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Resumen de El amor en los tiempos del cólera (García Márquez)

La historia sucede en un lugar que no nos es del todo ajeno y sí reconocible, en este caso, El amor en los tiempos del cólera se desarrolla entre dos siglos. Las referencias históricas tienen incluso peso en la narración –el primer paseo en globo, el incipiente y prometedor oficio de telegrafista etc.- la historia gira en torno a un triangulo amoroso poco convencional pues ni el paso de los años logra cambiarlo. Su lectura es amena y entretenida en el sentido de que al autor le gusta, inevitablemente, el engolosinamiento, por eso abunda en matices y detalles. Sus novelas tienen el mismo sabor de quien sólo guisa su especialidad.

El domingo de Pentecostés, el doctor Juvenal Urbino va con rumbo a la casa de un negro fotógrafo de nombre Jeremiah de Saint-Amour quien se ha suicidado. El doctor le conocía pues solían jugar ajedrez de modo que llega dando órdenes y regañando al muerto. Sus 81 años no le impiden ciertos desplantes de fuerza como para recordar, una vez más, su distinguida presencia. De repente encuentra un sobre cuyo contenido le cambia por completo la expresión. Juvenal Urbino duda ahora en acudir al entierro y más bien desea comentarle a su esposa, Fermina Daza, de lo sucedido. Sabía que pronto la vería pues éste preciso domingo una pareja amiga suya celebraría sus bodas de plata; pero antes, le pide a su chofer que lo lleve a cierta dirección que leyó en la carta del suicida.

Al llegar al destino, Juvenal Urbino conoce y descubre a la mujer de su amigo, una mulata quien por el contrario si le conocía; lo invita a pasar y más adelante, una partida de ajedrez. La historia del amor secreto de Jeremiah y la mulata, toma por sorpresa al doctor sobre todo por el tiempo transcurrido. Luego de escuchar algunos pormenores más sobre el difunto, Juvenal Urbino se despide. Al llegar a casa encuentra a toda la servidumbre tratando de atrapar a un loro que se expresaba, -gracias a la paciencia y los años del doctor- en castellano, francés y latín además de saber groserías y consignas revolucionarias. Juvenal Urbino tenía sin embargo, otras preocupaciones: desde luego que no era el primer muerto que veía pero este le peso significativamente y le motivó ciertas reflexiones sobre su vida y matrimonio. Al conversar con Fermina Daza, está no oculta su indiferencia ante la muerte de aquella persona que nunca le inspiró confianza y más bien se sorprende de la indignación de su marido, por la doble vida que su amigo –expresidiario y exrevolucionario- llevaba. El tiempo corre y es tiempo de irse a la celebración de un colega de nombre Lácides Olivilla quien celebra en sus tierras sus bodas de plata. El acontecimiento social del año, es sorprendido por un chubasco y algunos incidentes más que hicieron incluso olvidar a Juvenal Urbino el asunto del suicida que por otro lado era ya bien conocido de todos. Cuando regresaron a casa, encontraron a los mismos bomberos que recibieron tratando de atrapar al escurridizo loro que gritaba loas a la revolución. Juvenal Urbino, consiente que vivía sus últimos atardeceres, decide tomar su acostumbrada lectura luego de un rato de siesta. En eso estaba cuando se percato de que el loro le veía con atención. Decide entonces atraparlo de una vez por todas; arrima una silla y se trepa en ella, desgraciadamente, una sirviente entra de imprevisto y, sorprendida de ver a su patrón haciendo tales malabares, grita de manera que éste se asusta y ve de pronto que toda su vida, todos sus logros, los mejores momentos con Fermina pasan de nuevo frente a él. De la caída muere.

Fermina Daza muestra entonces el temple y carácter ante su nueva situación. Se negó a que el cadáver de su ilustre marido sea velado fuera de su casa, los asistentes de la boda, enterados de la sorpresiva muerte, trasladaron su fiesta a casa del doctor, algunos notables más llegaron también para acompañarlo hasta su ultima morada, entre éstos se encuentra el presidente de la Compañía Pluvial del Caribe: don Florentino Ariza quien no sólo se mantuvo firme durante la lluvia que se desató en el cementerio, sino que fue el último en retirarse de la casa de la viuda del doctor Urbino. Fermina Daza se acerca conmovida por la visita pero Florentino Ariza, con el corazón saliendo por su boca le declara una vez más su amor incondicional. Sus emociones le traicionaron y tuvo que escuchar la sentencia de la desilusionada mujer: ¡Largate! Una vez sola, Fermina Daza se topa de frente con su nueva realidad, a la mañana siguiente, se sorprende de amanecer no pensando en su esposo, sino en Florentino Ariza.

Durante cincuenta y un años, nueve meses, y cuatro días Florentino Ariza no dejó de pensar en Fermina Daza. Desde el primer y casual encuentro se quedó prendado de ella sin siquiera conocerla.

Florentino Ariza nació luego de un amor fugaz entre Transito Ariza y uno de los tres hermanos fundadores de la Compañía Fluvial del Caribe –CFC-. Don Pío, murió cuando Florentino tenía diez años y con la conciencia de no haber dejado a la suerte a su hijo. Si bien no lo pudo reconocer por cuestiones de índole familiar, nunca lo desatendió en lo posible. Florentino conservó el apellido materno y se salió de la escuela al morir su protector para meterse de aprendiz de agencia postal. Fue por esa época que Florentino conoció a un alemán telegrafista de nombre Lotario Thugut quien eventualmente le enseñaría el oficio de telegrafista, el uso del código Morse y las bases de cómo tocar violín, instrumento que dominó con rapidez. Florentino Ariza era el adolescente más popular entre las chicas para la época en que conoció a Fermina Daza cuyo hecho ocurrió de la siguiente manera: Había ido ha dejar una correspondencia que pertenecía a una persona de nombre Lorenzo Daza y que había adquirido una enorme casa arruinada que estaba reconstruyendo. La primera vez que la vio, tuvo la impresión de que aquella niña estaba enseñando a leer a su madre aunque en realidad era su tía. Fermina por su parte, miró con atención al joven adolescente que pasaba cuyo aspecto de persona desprotegida la conmovió de pronto. Aquel cruce de miradas, tendría un efecto permanente en Florentino quien pronto se las ingenió para conocer más detalles de los recién llegados. Don Lorenzo Daza había comprado la ruinosa y costosa casa de los Evangelios y vivía junto a su hermana de nombre Escolástica y su hija Fermina Daza; la madre murió tiempo atrás. Fermina fue inscrita en un colegio de monjas de renombre y todo el tiempo en todo lugar, la niña iba acompañada de su tía. Florentino Ariza se propuso conocerla a pesar de los obstáculos presentados. La madre de Florentino: Transito Ariza, reconoció de inmediato los síntomas del amor, que en mucho se asemejan a los del cólera, en su propio hijo y le aconsejó, en vista de que se trataba de una chica que todo lo tiene custodiada además por una tía inseparable, conquistar primero a la tía y luego impresionar a Fermina. La niña por su parte, supo también el nombre de Florentino pues esa noche su padre habló de la carta y el novedoso y con futuro telégrafo, sumado además, la impresión que causo en ella, no fue de extrañar que lo reconoció en un parque, simulando leer un libro, cierto día de paseo. Por otra parte, la tía Escolástica también reconoció en su sobrina y en aquel muchacho escuálido la insinuación de los enamorados. Sin embargo, su carácter era distinto al de su hermano y permitió que las miradas no se sintieran tan incomodas. Pronto la tía y la sobrina hablaban abiertamente del pretendiente. Y así poco a poco, creció entre los tórtolos la imperiosa necesidad de conocer más uno del otro, cierta noche Fermina despertó creyendo ver a Florentino al pie de su cama.

Luego de muchas miradas, pues Lorenzo Daza la llevaba a todo evento social, el cortejo inició mediante cartas de él hacía ella; cartas de amor y poesías que se escondían en las paredes del camino de Fermina hacia la escuela. Cartas que la joven no correspondía lo cual torturaba al despechado autor quien además se juró conservarse virgen como muestra de amor incondicional. De nada sirvieron las constantes invitaciones de su amigo, el alemán Lotario, a un prostíbulo que a la postre terminaría siendo suyo, Florentino se refugiaba en alguna habitación mientras anónimas parejas satisfacían sus deseos.

Su habilidad en el violín le aseguró un lugar en la banda de la catedral, lugar donde por supuesto, también veía a Lorenzo Daza e hija escuchando misa. En secreto, Florentino le dedicaba las notas y la miraba con discreta insistencia a pesar de que ella no pudiera corresponder su mirada, por las noches, estudiaba bien el movimiento del viento y tocaba con la seguridad que el sonido llegaría a su destino con su auxilio. El tiempo pasaba, lleno de anécdotas pero sin que hubiera algún cambio significativo. La tía Escolástica por su parte, veía con buenos ojos al pretendiente; luego de asegurarse lo serio de sus pretensiones además de saber que tenía un oficio de futuro y de tocar el violín en la catedral, permitió esa comunicación epistolar aunque ésta sea solo de un lado. Fermina por su lado no sentía necesariamente que tuviera que responder a tan altas pretensiones y sin embargo le extrañaba cuando no lo veía. Presionada un poco por la insistencia, manda con su tía al trabajo de Florentino la respuesta afirmativa. Las cartas comenzaron a acumularse, aunque en distinta proporción y contenido: las de ella, generalmente triviales, meras referencias a sucesos cotidianos, las de él, ardientes y directas. En el trabajo, Florentino también prosperaba y muy pronto era el segundo al mando, se fijó un plazo de dos años para que se pida formalmente a la novia mientras tanto, doña Transito Ariza comenzaba los trámites para comprar el terreno donde vivían para procurar tener una propiedad a la altura de Fermina. Las tardes, Florentino las pasaba en un cuarto del burdel recién comprado por Lotario, sin embargo se mantenía virgen y prefería la lectura de poemas y la soledad.

Casi estaba por terminar el plazo acordado cuando imprevistamente Lorenzo Daza apareció en la oficina de Florentino. Lo había descubierto todo y Fermina no pudo avisarle a tiempo. La tía Escolástica fue puesta en un barco sin boleto de regreso ni derecho siquiera a explicar su conducta; Fermina por su parte se encaprichó y encerró en su cuarto y dejó de hablarle al padre etc. Por ésta razón, Lorenzo Daza buscó a Florentino Ariza para invitarle una copa y exponerle sus razones.

Luego de la muerte de la madre de Fermina, Lorenzo se prometio que haría de su hija una gran dama a pesar de ser analfabeto y traficante de mulas que ciertamente, le generaba dinero. Fue Fermina quien le enseñó a leer y escribir; pronto, el padre se dio cuenta que el pueblo de San Juan le quedaba chico por lo que emigraron a la ciudad. Aquí continua con los negocios y busca un compañero de altura, en pocas palabras, Lorenzo le enfatiza: Apártese de nuestro camino. Florentino se desconcertó y se negó a responder sin antes hablar con Fermina. Lorenzo lo amenazó pero el enamorado lo retó: No hay mayor gloria que morir por amor. Lorenzo regresó entonces a su casa y con un cinturonazo convenció a Fermina de empacar sus cosas e irse de ahí. La joven alcanzó a escribirle una pequeña carta de despedida y mandarla junto con su trenza recién cortada.

Luego de viajar por la cordillera con algunos incidentes, llegaron a Valledupar donde son recibidos por familiares. La prima Hildebranda levantó el animo de Fermina.

No estarían mucho tiempo desconectados pues Florentino pudo rastrearlos gracias a que Lorenzo anunció su próximo arribo por telégrafo. Año y medio después, Lorenzo decidió regresar creyendo que todo se hubiera olvidado pero sin saber que su hija siguió manteniendo comunicación con Florentino. En el interín, éste intento sacar el supuesto tesoro que un galeón español hundido guardaba en el fondo del río.

A su regreso, Lorenzo Daza le entregó las llaves y la administración a su hija quien muestra un temple apropiado para el cargo. En ese entonces tenía diecisiete años. Al poco tiempo, Florentino se encontró en la calle a Fermina y dejó de ver a la niña para ver a la joven. Se sorprendió de su seguridad y la siguió hasta un mercado, cuando Fermina lo vio de frente, se topó con un profundo desencanto.

Las cartas de Florentino le fueron devueltas mediante la criada, tendrían que pasar más de cincuenta años para que Florentino y Fermina volvieran a estar solos.

A sus veintiocho años, Juvenal Urbino había alcanzado un éxito total en su carrera de medico, su innegable simpatía lo hacían el partido más cotizado entre las chicas y recién regresaba de París para tomar posesión del consultorio de su padre. Pronto su notoriedad aumentó al consolidar varias reformas en el hospital además de enfrentar una epidemia del cólera. Su padre también había sido médico notable y también se había enfrentado, algunas décadas atrás al terrible mal. Sin embargo Juvenal Urbino estaba decidido a acabar con la enfermedad por lo que estudiaba cualquier caso por insignificante que sea. Un colega suyo, le informó que una joven de dieciocho años parecía reunir los síntomas, de está manera, el doctor Juvenal Urbino conoció a Fermina Daza.

Fermina no estaba enferma del cólera y tampoco impresionó a Juvenal. Por su parte, a Fermina le pareció un tipo más bien desagradable y frío. Algunos días después Juvenal se presentó de nuevo y le hizo a la paciente un examen general y se mostró más agradable aunque Fermina no cambió de parecer. A Lorenzo Daza por su parte, el doctor le impresionó de sobremanera al grado de exigirle a su hija unas disculpas e invitarlo unas copas de anís. Juvenal aceptó gustoso la invitación. Total que todo termina en borrachera y berrinche de Fermina. Luego de una insólita serenata –en la cual sale emocionado Lorenzo- ambos se hacen amigos con el mismo propósito. Sin embargo Fermina no sería fácil de conquistar. Su relación con su padre no había mejorado y en el mejor de los casos se hablaban lo indispensable; cierta noche, Lorenzo se presentó en la recamara de Fermina y le anunció que estaban en bancarrota. La llegada de la prima Hildebranda distrae un poco a Fermina; en una tarde de paseo, son levantadas por el doctor Juvenal quien luce, encantador como siempre. El encuentro sin embargo, terminó mal pero al poco tiempo, aceptó formalmente que la visite con motivos matrimoniales.

Fue la peor noticia escuchada por Florentino Ariza. La madre preocupada por su depresión, le consiguió un empleo de telegrafista lejos de ahí, mismo que aceptó por insistencia de Lotario. Durante el viaje por barco, cedió su camarote a un diplomático ingles, observaron muertos arrastrados por la corriente, decidió dejar el violín pues le recuerda a Fermina y, tuvo su primera relación con una mujer que literalmente lo abordó. A partir de ese suceso, Florentino buscara satisfacer su falta de amor con aventuras o relaciones sin futuro. Antes de llegar a puerto, se organizó una espléndida fiesta que deprimió aún más a Florentino pues considera que coincide con la boda de Fermina. Se enfermó y pidió al capitán que lo lleve de regreso, hecho que sucedió en reconocimiento al camarote cedido.

Al llegar, de lo primero que se entera es que el señor y la señora Urbino están de luna de miel en Europa.

Los amores de Florentino empezaron por instancias de su madre quien le presentó a una viuda con la esperanza secreta de que saque a su hijo de su obsesión. El hijo de Transito Ariza se involucró pero sin mayores compromisos además comenzó un registro de sus conquistas. La viuda de Nazaret fue la primera, al final de su vida llevaba más de seiscientos registros sin contar las aventuras fugaces.

Pasado un tiempo y ya instalado en sus nuevos hábitos, Florentino creía incluso haber olvidado a Fermina hasta que se topó de improviso con ella y se sorprendió de lo bien que la maternidad le había sentado.

Fermina había comenzado a fumar con sus primas y también se había iniciado en cuestiones sexuales. Llegó virgen y con miedo a la boda pero su marido se mostró complacido y tolerante. Sin embargo Juvenal se dio cuenta muy pronto que no se había casado con Fermina por amor sino porque le gustaba su altivez y por propia vanidad. Su pronto embarazo no fue una sorpresa para sus allegados salvo para Florentino que la vio encinta por primera vez en la catedral.

Florentino supo entonces dos cosas: que tenía que ser “alguien” para merecerla y que Juvenal debía de morir. Acudió con su tío el director general de la compañía Fluvial del Caribe y se puso a su disposición. El tío le dio trabajo y empieza entonces, un meticuloso asenso conforme superaba todos los trabajos encomendados. Primero como escribiente y luego en puestos directivos, Florentino se encontraba tan optimista que pidió a la madre se prepare para la eventual boda de su hijo. La señora Ariza vendió entonces sus negocios y empezó los tramites ahora para comprar todo el terreno habitado.

Por esas fechas, Florentino se había involucrado con Ausencia Santander, mujer de tres hijos que se había separado de su esposo, luego, con una loca de manicomio y más adelante con una mulata de nombre Leona Casiani que llegó con Florentino pidiendo trabajo. Florentino se avergüenza de sí mismo –pues suponía que era otra de sus inevitables conquistas- y le consigue un trabajo en la empresa, a la postre, Leona se convertiría en su secretaria y amiga. En algún momento dado ambos se gustaron pero jamás coincidieron. La sagaz Casiani ayudó a Florentino en sus imparables asensos. Por aquellas fechas, Transito Ariza había muerto al igual que la tía Escolástica. Lo que no imaginaba era que su némesis ya sabía toda la historia del enamorado de su mujer gracias a la indiscreción de la prima Hildebranda. De hecho, ambos exitosos en lo social y económico, Juvenal y Florentino se veían a menudo en todo tipo de eventos culturales que a su vez eran promovidos por el doctor, pero su trato era seco y distante lo cual aumentaba el sentimiento de inferioridad que Florentino experimenta en su persona. En cada encuentro Florentino pensaba que su felicidad dependía de la existencia de aquel respetable y culto caballero. A su vez, el doctor Juvenal Urbino pudo entonces detectar que su mujer cargaba con un sentimiento de culpa por no haber accedido a los deseos de este hombre con debilidad por la poesía. Por su parte, la felicidad total de Fermina había terminado en cuanto terminó la luna de miel. Su situación era bastante holgada aunque, consideraba como a unas imbéciles a sus cuñadas además de los evidentes signos de trastorno de la suegra. La vida con Juvenal tenía sus ratos interesantes pero era monótona y fría. Tenía un hijo que seguía los pasos del padre y una niña de nombre Ofelia. En el fondo tampoco amaba a su esposo y para empeorar las cosas, los negocios turbios de su padre habían comenzado a salir a flote sin embargo, Lorenzo Daza pudo salir del país gracias a la ayuda de su yerno.

Las festividades del nuevo siglo fueron enmarcadas por el primer viaje en globo, abordo iban el doctor Urbino, su esposa y un conjunto de notables. El asenso y el descenso fueron vistos por Florentino quien tiempo después fue nombrado vicepresidente de la compañía, con más de cuarenta años, Florentino dejo poco a poco de buscar a Fermina quien por estás fechas pasaba por una crisis en su matrimonio. Su padre había muerto, y su esposo confesó un adulterio, decidió entonces ir con su prima Hildebranda. Pasarían dos años para que Juvenal volviera a ver su mujer. Fermina aceptó regresar con él aunque en el fondo llevaba el deseo de cobrarle la humillación.

A los cuarenta y ocho años, Florentino tuvo otro desagradable encuentro con Urbino y señora y entonces se percató de que el tiempo corre igual para todos y bien podría ella morir primero, incluso antes que él. En el trabajo era el orgullo del tío quien al no tener herederos, consideró de buen agrado dejarle su puesto al sobrino pues envejecía con mando. Algunos años después, Florentino llegó a Presidente de la compañía con todos los lujos que pudiera costear y todo lo permisible que pudiera sortear todo era perfecto salvo la soledad y era por qué se daba cuenta de que Fermina continuaba en su mente como antaño. Aún así, todavía tuvo fuerzas para sostener una joven amante de nombre América Vicuña. Con ella estaba cuando se enteró, un domingo de Pentecostés, de que alguien muy importante acababa de morir. Al salir se enteró del nombre: el doctor Juvenal Urbino.

Florentino se lamenta por su osadía en el funeral de Urbino y piensa que probablemente, Fermina no deseará verlo de nuevo. Dos días después del entierro recibe una carta cuya caligrafía le provoca un vuelco al corazón.

La intención de Fermina, sin embargo, era otra. A la mañana siguiente de su inesperada condición de viuda, supo que tendría que cambiar todo para su nueva vida y se dispuso a hacerlo, la carta enviada fue más bien un ajuste de cuentas con aquel viejo, literal y metafóricamente, pretendiente. Lentamente aprendió a vivir sin Juvenal y sintió nostalgia por su pasado. La visita de la prima Hildebranda la distrajo un poco y retomó en ella el tema del eterno enamorado.

El encuentro entre Florentino y Fermina en el sepelio de Juvenal, tuvo también una secuela en la vida de Florentino: puso en el internado a su adolescente amante y terminó la relación con la única explicación de me voy a casar. Eventualmente, la joven terminaría suicidándose.

Florentino interpretó la carta como un sigo evidente de que a ella le interesaba. Espero un tiempo prudente y entonces restableció correspondencia postal con Fermina como en los viejos tiempos; sin recibir respuesta. En el primer aniversario luctuoso del marido se saludan amablemente pues Fermina encontró, no pocas veces, consuelo en las palabras escritas de aquel amigo confidente. Algunos días después, la señora Daza recibe la noticia de que el Presidente de la compañía Fluvial se encuentra afuera. Fermina se sorprende emocionada. Florentino pide verla en otra ocasión y confundida, la anfitriona acepta. El día de la cita beben té y platican con tacto, eludiendo los temas que ambos conocen. Florentino habla de su trabajo y el progreso de los buques. Al terminar la señora le permite al caballero visitarla cuando quiera. El cortejo inicia pero encuentra obstáculos. Fermina revela su edad: setenta y dos años lo cual sacude a Florentino y aún así, se mantiene en su empeño y continua las visitas. Pronto el hijo de Fermina: el doctor Juvenal Urbino y su esposa también se unen a las reuniones que pronto se convierten en comida. El joven Urbino le agradece a Florentino la compañía que le brinda a su madre. El anciano Ariza se muestra complacido.

El tiempo continua empeñado en continuar su curso y ya se empieza a rumorear sobre las visitas del Presidente de la compañía Fluvial con la viuda de Urbino quien además ve descubierto el pasado delictivo de su padre en periódicos locales. El conocimiento tardío de la verdadera identidad de su padre le provoca una depresión. Al salir de ésta, tuvo un desagradable encuentro con Ofelia, su hija, quien desaprueba abiertamente la amistad de su madre.

Florentino la invita a un paseo por barco. Fermina acepta.

A bordo del Nueva Fidelidad la pareja entonces se conoció, se tuvo miedo y se acercó. Con firmeza ella aceptó hacerlo pero bajo la advertencia de que no mire pues no le va a gustar. Al principio nada funciona pero a partir de ahí, ya no se separarían. Abordo, Florentino recibe la noticia de la muerte de América. Al llegar al destino le pregunta al capitán la posibilidad de regresar sin escalas. Como el capitán trabaja para el presidente comprende el plan y acepta, en el camino se eleva la bandera del cólera que espera Florentino que dure izada Toda la vida.

Personajes

Florentino Ariza: un solo pensamiento ocupara la mayor parte de su vida; la imagen de Fermina Daza. Por ella se mantendrá virgen hasta consumar su amor y por ella llegará a ser alguien en la vida. Su móvil no es otro que ser alguien para merecer a Fermina. Hijo bastardo de Transito Ariza y de un empresario, Florentino creció sin padre pero con el secreto apoyo de su tío, decisivo en su vida.

Fermina Daza: Queda impresionada con la imagen de Florentino y lo siente querer por su insistencia, por rebeldía y por el simple hecho de que siempre estuvo ahí. Su matrimonio con un hombre influyente y de prestigio no le da felicidad sino algunas satisfacciones y nada más. Al final de su vida sin embargo, puede comprobar que finalmente, un destino no se puede evitar.

Juvenal Urbino
: Notable médico cuyo padre le heredó no solo la carrera sino un forjado prestigio en el apellido. De fuertes y bien cimentados principios, el doctor Urbino visita a sus pacientes a domicilio pues considera un contrasentido que un enfermo haga cualquier esfuerzo. Dice odiar a los animales pero le permite a su esposa tener los que quiera. Siempre seguro de sí, se casará con Fermina precisamente por su altivez y presencia de mujer.

Fuente

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