Resumen de Ética para Amador (Fernando Savater)

A más de 25 años de su primera edición, Ética para Amador ha terminado por convertirse en un libro de texto para el nivel medio superior. La obra fue escrita por un filósofo que a primera impresión parece no tomarse la vida en serio: Fernando Savater. El ensayo es por lo tanto ágil, ameno y con numerosas referencias a la cultura contemporánea. De hecho, el Amador del título no es otro que el hijo del autor, cuyo nombre también figura en otro manual de similares recomendaciones: la imprescindible Política para Amador.

El estilo de Savater –ajeno a chocantes presunciones académicas– y su profundo conocimiento del tema ofrece por resultado un texto que abarca más de la presente reseña. A leer en su versión integra Ética para Amador sería mi más sincero consejo.

De qué va la ética

Desde un principio se advierte: no es un manual de ética para bachillerato. Más bien pretende impulsar la proliferación y desarrollo de libres pensadores. La lectura completa del texto, definirá a que se refiere Savater con dicho término.

Contamos con la ventaja de poder estudiar. Podemos estudiar la ciencia por interés o para aprender algo que nos remunerará una recompensa económica o de otra índole. También podemos no estudiar. Finalmente, nadie es capaz de saberlo todo y únicamente queda ser humildes y aceptar lo poco que sabemos o lo mucho que ignoramos según se prefiera ver. Desde luego que podemos ignorar la gran mayoría de conocimientos y no pasa nada, pero aún así, hay saberes posibles e imprescindibles. De la misma forma, resulta necesario saber distinguir entre lo bueno y lo malo; lo que resulta conveniente y lo que no. Una mentira es mala por que deja en entredicho la veracidad de la palabra pero, ¿mentirle a un enfermo terminal sobre su salud es igual de cuestionable? Entonces tenemos que actos buenos o malos dan resultados contrarios a lo supuesto. Luego de enumerar varías contradicciones entre el acto y el resultado. Savater llega a una curiosa conclusión: Todos estamos de acuerdo que no estamos de acuerdo con todos. Tratar de poner un acuerdo común tiene, como suponemos, un alto grado de dificultad.

Apoyado en una narración de Homero, donde el héroe decide enfrentarse a su enemigo, antepuesto a un ejemplo de instinto de unas termitas que sacrifican su vida a favor de la colonia, Savater llega con la palabra clave: la Libertad. Héctor, el personaje homérico, toma la decisión por propia voluntad mientras que las termitas reaccionan instintivamente, atacan mientras los demás se ponen a salvo y dan su vida de antemano. Nosotros tenemos la capacidad de responder con un Si o con un No ante cualquier situación aunque se aclara: No somos libres de elegir lo que nos pasa. De lo que somos libres, es de nuestra respuesta a lo que nos pasa. Somos libres de intentar cambiar algo, más nuestra libertad no es garantía de que lo consigamos. Ejemplo del libro: Soy libre de querer subir el Everest más sin la preparación y físico adecuado fallaré inminentemente en el intento.

Muchas fuerzas limitan nuestra libertad, pero finalmente podemos elegir nuestra forma de vida, apoyados en nuestros principios de bueno y malo. Desde luego que podemos equivocarnos –algo que no les pasa a los animales- en nuestras decisiones. El objetivo es saber vivir y la ética responde sobre el arte del buen vivir.

Órdenes, costumbres y caprichos

Sabemos que algunas cosas convienen para vivir y otras no, y que somos capaces de tomar decisiones con respecto a lo que nos pasa. Desde luego que lo anterior no quiere decir que siempre hacemos lo que queremos; a menudo las circunstancias nos obligan a tomar decisiones sobre cuestiones que ni siquiera hemos elegido. El ejemplo usado por el autor es el siguiente: Un capitán de una nave que se encuentra en medio de una feroz tormenta, tiene que elegir entre tirar su preciosa mercancía para ganar peso, o no. El capitán no quiere tirar la carga pero sabe que haciéndolo, la nave tendrá menos probabilidades de hundirse. Él no eligió a la tormenta que a su vez le obliga a tomar una decisión trascendental.

La mayoría de los actos que hacemos durante se suceden de manera automática o espontánea y caprichosa, también esta lo que todos hacemos –cepillarse los dientes etc.- y además tenemos motivaciones u ordenes que generalmente vienen de fuera. Así tenemos que actuamos por capricho, costumbre y por ordenes.

Existen tres tipos de motivos que nos impulsan a realizar un acto: por capricho, costumbre u órdenes. Cada uno de estos motivos, indica la conducta del individuo y define su preferencia. Las órdenes se apoyan en el miedo y aún así, existe la confianza de saberse protegido –por mucho que no entienda la orden, es de suponerse que se toma por mi bien-. La costumbre por su parte, deviene de la comodidad y la rutina generalmente el ejemplo viene de fuera y se impone sin permiso alguno. Finalmente quedarían los caprichos, éstos vienen desde adentro y como indica el autor: brotan espontáneamente.

Haz lo que quieras

La libertad es la ocupación permanente de la ética. La libertad se encierra en dos palabras: Sí o No. Las anteriores posturas tienen que ver con la libertad y con el hecho de estar consiente de que se está decidiendo y que la decisión misma tiene una carga de responsabilidad implícita. Nadie puede ser libre en mi lugar. Por lo mismo habrá que pensarlo dos veces antes de tomar decisiones importantes a la ligera. Desde el momento en que la segunda reflexión es diferente a la primera, es señal de prudente proceder.

La moral es decir, el conjunto de comportamientos y normas que aceptamos como válidas, tiene que ver con la ética, pues la ética misma es una reflexión sobre la razón por la cual las consideramos legitimas. La gran mayoría de los conceptos morales, suenan a un debes, o no, hacer tal cosa. Sin embargo, hay también costumbres y ordenes inmorales por muy bien presentadas que estén. Para llegar a la moral de la verdad –¿cómo empleamos la libertad que poseemos?- habrá que deshacernos de ordenes, costumbres y caprichos, la ética del hombre libre carece de castigos o premios de la autoridad que sean.

Para finalizar el capítulo, Savater cuenta un episodio de Gargantua y Pantagruel de Francois Rabelais, en el cual introduce la frase Haz lo que quieras mismo que recomienda ampliamente a los lectores a llevar a cabo.

Date la buena vida

Haz lo que quieras es el lema de esta Ética para Amador: su finalidad es suprimir las ordenes, las costumbres, los premios y los castigos; o para decirlo en otras palabras: el que quiere dirigirte desde fuera. De la misma forma, no debe uno preguntar por la calle que hacer con la vida; dicha pregunta debe surgir de uno para uno mismo. Nadie está facultado para decirte que hacer con tu libertad por la sencilla razón de que nadie vive tu vida. Savater insiste: Haz lo que quieras, y apunta la contradicción que implica la orden. Si la cumples la desobedeces pues estás haciendo lo que yo quiero y no lo que tu quieres.

Con está reflexión, el autor introduce un problema esencial de la libertad: Saber que no somos libres de no ser libres. Finalmente, uno mismo escoge las reglas que nos esclavizan, tarde que temprano, uno mismo se ve en la imperiosa necesidad de escoger, entre una x cantidad de reglas para vivir cumpliéndolas el resto de nuestras vidas. Savater cita al filósofo existencialista por excelencia Sartre: Estamos condenados a la libertad. Con lo anterior se invita a tomarse en serio este asunto de la libertad, uno mismo tiene una responsabilidad creadora de escoger el camino a tomar. Por otra parte, se recomienda no confundir Haz lo que quieras con haz lo primero que se te ocurra. Lo que se quiere no necesariamente es lo que se necesita. Para ejemplificar, Savater nos cuenta el pasaje bíblico donde un primogénito –con derecho a heredar un reino- lo cambia todo a su hermano menor por un plato de lentejas ya que en ese momento tenía hambre.

Para que uno haga lo que quiera, primero se tiene que saber que es lo que se quiere. La honestidad con que uno mismo se responde es esencial para conseguirlo, si tu quieres Darte la buena vida adelante, sabes de antemano que todo lleva un costo. No hagas caso ni a los tristes ni a los beatos. La ética sólo intenta responder cómo vivir mejor haciendo uso de la razón.

Entonces tenemos que la ética tiene que ver con la buena vida y la buena vida tiene que ver con las relaciones humanas. Poseemos un lenguaje y nos rodea un entorno llenó de símbolos y leyes. Como sociedad que somos, solo funcionaremos bien una vez que todos estemos integrados. Para finalizar, Savater habla de la película Ciudadano Kane 1940 de Orson Welles; en ella, el protagonista –el Kane del título- resulta ser un magnate que controla un importante periódico, su desmedida ambición termina en una absoluta soledad cuya muerte sólo escucha una palabra Rosebaud que es el nombre del trineo que de niño poseía.

¡Despierta baby!

Ni Foster Kane, ni Esau –el personaje del viejo testamento- son buenos ejemplos de una buena vida. Los objetos materiales que poseemos terminan por poseernos y nada recomendable resulta el interés de por medio a la hora de entablar amistades. En otras palabras, tenemos que tratar a las personas como personas.

La primera condición ética sería convencerse de que no todo nos da los mismo, la vida resulta demasiado variada como para monopolizarla en un solo punto de vista. Nadie puede ser libre por ti, por eso nuestras decisiones más trascendentales tiene que ser tomadas en solitario. Pero, ¿qué significa tratar a las personas como personas?

Aparece Pepito Grillo

Savater nos dice que la única obligación que tenemos en la vida es no ser imbéciles, que según sus raíces latinas podríamos relacionar con bastón, el imbécil es el que necesita de un bastón anímico para caminar. A continuación, el autor enumera las clases de imbéciles que encuentra: a) imbécil el que crea que no quiere nada, b) imbécil el que cree que lo quiere todo, c) imbécil el que no sabe lo que quiere ni se molesta en averiguarlo, d) el que sabe que quiere y el por qué, pero, lo quiere flojito, como quien dice sin ganas, e) el que lo que quiere lo busca con fuerza y seguridad pero, es de fácil despiste y a menudo confunde los alcances de los objetivos. Todos tenemos síntomas de imbecilidad pero para eso tenemos a la conciencia que sería el lado contrario de ser moralmente imbécil.

La conciencia es precisamente ese oído ético cargado de moral. Algunos de nuestros semejantes nos sorprenden por su buen gusto al vivir y es por que nacieron con ese buen gusto moral. El autor advierte que salvo algunos casos donde las situaciones económicas políticas y sociales no ofrezcan el ambiente favorable, podemos desarrollar ese buen gusto por la vida. La conciencia nos enseña que no todo da igual cuando verdaderamente queremos vivir bien, nos alerta sobre la diferencia entre querer hacer algo y hacer algo por hacer. Eventualmente, al escuchar con atención lo que dicta la conciencia, se agudiza a la larga un malestar hacía todo lo que nos repugne como por ejemplo la mentira.

A continuación, Savater se apoya en la obra de Shakespeare: Ricardo III para argumentar sobre los remordimientos de conciencia. La obra trata de un conde contrahecho que elimina a todo persona que considera un obstáculo para su llegada al trono. Su reinado infunde terror pues Ricardo III pretende hacerse respetar con autentica mano dura. Al final, consiente del extremo egoísmo que siempre lo guió, el rey no disfruta del poder al recordarse continuamente la manera de cómo lo obtuvo. La razón es sencilla: al darnos cuenta de que actuamos mal, estamos siendo castigados pues no podemos evitar el reflejo de que de alguna manera nos hemos traicionado a nosotros mismos, nos hemos boicoteado como personas. La libertad, apunta el autor, es el origen de ese remordimiento. De ahí que una vez más se insista en la responsabilidad que implica la libertad que queremos. ¿Por qué es tan importante pensar dos veces antes de actuar? Simplemente por que al elegir una opción se renuncia a las otras.

Ponte en su lugar

Robinson Crusoe es ahora el punto de apoyo del autor. Luego de exponer su situación de hombre salvaje adaptado a las circunstancias, Robinson encuentra alterados sus hábitos al toparse con una huella humana. Surge entonces un dilema ético en el protagonista vivir con o contra un semejante.

La ética busca la manera de vivir bien la vida humana. La vida es malgastada cuando se carece de ética, ahora ¿cuál sería la manera correcta de comportarse con un semejante? Regresando con Robinson Crusoe, no sabía si podían ser caníbales o marinos y una vez que encuentra al negro que a la postre será Viernes, se encuentra con un semejante con muy pocas cosas en común con él. Ambos tenían sus ideas preconcebidas de lo bueno o malo así como sus propios códigos de ética. A pesar de todo, Robinson y Viernes desarrollaron un propio sistema de comunicación y pronto se hicieron amigos.

Frankenstein es otro personaje literario que sale a colación por su triste situación. Debido a que era un ser de horrible origen y aspecto, Frankenstein exclama: Soy malo porque soy desgraciado, ahora bien, si partimos de que la felicidad es el fin absoluto entonces mientras más bien y feliz se sienta uno, menos ganas tendrá de ser malo; por ello el autor recomienda: Fomentar en lo posible la felicidad de los demás. Tratar a las personas como personas es justo como quisiera uno ser tratado. Ponerse en el lugar de las personas es tratarlas humanamente, reconociéndolas como semejante. Aquel también siente y piensa… como yo o como tú. Ver las cosas como él las ve, implica un esfuerzo de objetividad que toma en serio al semejante.

Tanto gusto

¿Qué entendemos por moral? Savater piensa que el 80% de los sermones que atacan a fulano por inmoral se refieren a cuestiones sexuales. De modo que en la mayoría de los casos se piensa que una se refiere a la otra. Sin embargo tal afirmación no es en realidad del toda cierta, nada de vergonzoso tienen nuestras capacidades sexuales y gozosas por naturaleza. Nuestra realidad esconde un miedo al placer, ¿y cuál es la razón de que nos asuste el placer? Sencillamente porqué nos gusta demasiado. No olvidar que el sexo también tiene que ver con la procreación, sin embargo, mientras más practiquemos el sexo sin dicha finalidad, más separamos nuestro instinto animal de nuestro lado humano. Hacer el amor es tener sexo.

Habría que mencionar a los puritanos, aquellos que le tienen tanto miedo al disfrute que consideran perjudicial su práctica. Para ellos, si algo no nos gusta hacer es buena señal de que hacemos lo correcto o dicho en otras palabras, para el puritano siempre tendrá más mérito sufrir que gozar. Desde luego que los puritanos se consideran las personas más morales del mundo y su deber conservar las buenas costumbres.

El puritanismo es la actitud más opuesta a la ética por lo que aquí no se escribirá ni una palabra que lleve como mensaje el avergonzarse de nuestro cuerpo y sus capacidades de disfrute. La ética apuesta a que la vida valga la pena y esto incluye las penas de la vida. La mayor gratificación que nos ofrece la vida desde cualquier punto de vista que se planteé es la alegría. La alegría experiencia que definitivamente acepta el placer y el dolor, la muerte y la vida sería la finalidad de la ética. El placer por lo tanto, es sano y deseable cuando obedece a la búsqueda de la alegría. Sin embargo, no todo se reduce al placer por el placer mismo, su uso o abuso, se ven regidos por la templanza que cada uno posee. La templanza pone el placer al servicio de la alegría que como anotamos líneas atrás es la mayor recompensa que podamos obtener.

Finalmente, el autor escribe también sobre el más triste de los placeres: el placer de sentirse culpable. Mala señal cuando se cree que el placer, es más placer, si posee un tufo criminal.

Elecciones generales

¿Qué relación guardan la política con la ética? Después de todo ambas se emparentan por su finalidad. La ética permite elegir lo que más conviene para vivir lo mejor posible. La política organiza lo mejor posible la convivencia social para que cada cual pueda elegir lo que más le convenga. Las diferencias serían que en la ética uno mismo se ocupa de su propia libertad, mientras que la política trata de coordinar de manera provechosa el conjunto de lo que todos hacen con su libertad. El equilibrio es a todas luces obvio: todo proyecto ético requiere de libertad, el ejercicio de la política debe limitar en lo mínimo posible el derecho a la las facetas públicas de la libertad. De la misma forma, ese régimen político podrá exigir las responsabilidades consabidas. La justicia es el elemento clave de una sociedad prospera; ponerse en lugar del semejante, hacer propios sus planteamientos implica justicia en nuestros actos. Todo régimen político debe de fomentar la justicia. Todos poseemos dignidad y no tenemos precio –entendiéndolo en el sentido de nadie puede ser sustituido- quienes deseen la buena vida para sí, deben aspirar a que su política local se base en la libertad la justicia y la asistencia. Finalmente, el autor manifiesta su aborrecimiento hacia el racismo, los nacionalismos feroces y las ideologías fanáticas que desde luego ponen trabas a la búsqueda del estado y la convivencia perfecta.

Epílogo: Tendrás que pensártelo

Savater explica que no puede haber un libro definitivo sobre la ética; Aristóteles, Spinoza Kant y Nietzsche entre otros han contribuido a su definición y aplicación.

La ética parte de la vida misma y por ello se esfuerza en hacerla más completa.

¿Cómo vivir del mejor modo posible? Esa pregunta –que debe provenir desde el interior de cada uno- encuentra su respuesta en su mismo origen. El chiste no es tanto responderla sino comprenderla.

Finalmente, ante el nuevo milenio

Diez años después de escrito, Savater agrega estas páginas para advertir que el cambio de milenio no anuncia una nueva ética. La importancia de las fechas radica en los sucesos no en los ciclos que se cumplen.

Fuente