La obra comienza cuando están enterrando al marido de Bernarda, esto provocará un luto de ocho años. De esta forma el drama se centra en el enclaustramiento de las hijas de Bernarda que se marchitan vírgenes, enlutadas y sin hombre. Mientras Angustias, la mayor de cuarenta años, prepara su ajuar para casarse con Pepe el Romano, que solo busca en ella la heredad y que a escondidas se ve por las noches con Adela, la más joven y bonita. Esto por supuesto va a provocar diferentes malestares entre todas las mujeres de la casa. Al final Bernarda descubre todo y le dispara con una escopeta a Pepe. Falla pero Adela al creerlo muerto se encierra en su cuarto y se cuelga.
Acto primero
La acción de la obra comienza en el interior de la casa de Bernarda (así como los personajes de la obra son todas mujeres enlutadas, el escenario donde se localiza la acción será siempre el interior de la casa donde viven Bernarda y sus hijas).
Una criada y la Poncia, criada de confianza de Bernarda y de la misma edad que ella, comentan el entierro del marido de Bernarda mientras limpian y preparan todo para cuando regresen del funeral. Aquí se presentan por una parte el desencadenante de la acción, la muerte del padre que deja una casa habitada solo por mujeres y por otra parte se despliega el carácter duro de la protagonista, Bernarda Alba, descrito a través de la visión y los comentarios rencorosos de las dos criadas.
Entran entonces en la casa doscientas mujeres de luto que constituyen el séquito del funeral, los hombres quedan fuera en el patio. Las mujeres comentan sobre el funeral y la gente que asistió. Una muchacha hace notar a Angustias, hija mayor de Bernarda, que Pepe el Romano estaba allí, ella dice que lo vio y la madre lo niega diciendo que en la iglesia una mujer no debe mirar a los hombres. Las mujeres critican a Bernarda y después de unos rezos salen de la casa. Angustias sale por otra puerta que da al patio.
Bernarda anuncia a sus hijas su intención de que durante el luto por su padre, que durará ocho años, nadie entre ni salga de aquella casa. Las hijas se quejan y se oye a lo lejos la voz de la madre de Bernarda pidiendo que la saquen de su encierro, al que la somete Bernarda por tener demencia senil. Bernarda manda que dejen salir a su madre al patio y pregunta por Angustias. Adela con intención comenta que la vio asomada a las rendijas del portón cuando los hombres se iban. Bernarda llama a Angustias y la reprende por andar tras un hombre el día de la misa de su padre y las manda salir a todas.
Se quedan hablando Bernarda y la Poncia sobre ciertos sucesos escandalosos que comentaban los hombres a la salida sobre una mujer del pueblo que fue llevada al olivar por otros hombres.
Entran Martirio y Amelia y hablan sobre una muchacha que no fue al entierro, sobre su novio y su familia, sobre los casamientos por conveniencia, los chismes del pueblo y sobre que al final es mejor no tener novio. Entra Magdalena y se une a la conversación de las hermanas y les comenta la noticia, Pepe el Romano viene a casarse con Angustias. Martirio y Amelia dicen que se alegran por ella y Magdalena las llama mentirosas, dice que Angustias está vieja y fea y que Pepe viene por el dinero, pues es el mejor hombre de los alrededores y lo normal es que viniera a por Amelia o Adela, la más joven.
Entra Adela que se ha puesto un vestido nuevo verde y viene de enseñárselo a las gallinas en el corral pues con el luto ya no lo podrá lucir. Magdalena le dice que lo mejor que puede hacer es regalárselo a Angustias para su boda con Pepe el Romano. Adela parece muy contrariada por la noticia y dice que este luto la ha agarrado en la peor época de su vida, que ella no quiere estar encerrada así. Entra la criada diciendo que por la calle se acerca Pepe. Todas salen a verlo llegar desde las ventanas, Adela se niega pero finalmente corre a verlo desde su cuarto.
Entran Bernarda y la Poncia hablando sobre las particiones de la herencia que dejan mucho a Angustias y poco a las demás hermanas. Aparece Angustias que se ha puesto polvos en la cara, su madre la reprende y con un pañuelo se los quita. Entran todas las hermanas. Llega Maria Josefa, la madre de Bernarda, ataviada con flores en la cabeza y el pecho diciendo que ninguna de ellas se va a casar y que ella sí se quiere casar con un varón y quiere irse de allí para no ver a aquellas mujeres solteras destrozándose el corazón. Por orden de Bernarda todas arrastran a la anciana para encerrarla.
Acto segundo
En una sala que da a los dormitorios las hijas de Bernarda cosen acompañadas por la Poncia, solo falta Adela. Hablan de su encierro y de los encuentros de Angustias en la ventana con Pepe el Romano. Unas lo oyeron irse a la una y media pero a otras les pareció oírlo marchar a las cuatro. Angustias cuenta sus encuentros con él en la noche y la Poncia los de ella cuando hacía lo mismo con su marido. Preguntan por Adela y Angustias dice que la come la envidia. Magdalena sale a buscarla y Adela llega diciendo que se encuentra mal. Bernarda las llama pues llegó el hombre de los encajes y todas salen excepto Adela y la Poncia. Ésta le dice que sabe lo que piensa de Pepe y que lo debe dejar en paz pues se va a casar con su hermana. Pelean y Adela le dice que se meta en sus asuntos pues nadie va a poder impedir que suceda lo que tiene que suceder.
Regresan las hermanas con los encajes y oyen a los segadores cantando mientras van hacia los campos. El canto de los hombres despierta los instintos naturales de las mujeres y Martirio insidiosa le pregunta a Amelia si no oyó ruidos en el corral la otra noche. De pronto entra Angustias furiosa, alguien le ha arrebatado el retrato de Pepe que ella tenía escondido debajo de su almohada. Martirio insinúa que tal vez esté en el corral pues a Pepe le gusta ir allí por las noches. Llega Bernarda y pregunta qué sucede allí. Le cuentan y entonces llega la Poncia con el retrato de Pepe, encontrado entre las sábanas de Martirio. Estalla la discusión entre las hermanas, tanto Adela como Martirio recriminan a Angustias, ellas también desean a Pepe y le dicen a su hermana que solo la quiere por su dinero y sus tierras. Bernarda las manda salir a todas y se lamenta de que esa tormenta de odio haya caído sobre su casa.
Quedan solas Bernarda y la Poncia, que trata de hacerle entender a su señora lo que está pasando en aquella casa. Le dice que está ciega porque se trata de sus hijas pero Bernarda lo niega todo. La Poncia dice que está mal que Pepe el Romano ande con Angustias pues su verdadera novia debería ser Adela. Bernarda dice que así son las cosas y no las debemos cambiar. Entonces la Poncia dice que Angustias y Pepe están muy emocionados pues su hijo le contó que pasó a las cuatro y media de la mañana y todavía estaban hablando en la ventana. Sale Angustias y niega todo, Pepe lleva marchándose toda la semana a la una. Sin embargo Martirio corrobora la historia, ella también lo oyó a las cuatro. Martirio le dice si no hablan por la ventana del callejón y ella le contesta que siempre hablan por la de su cuarto. Bernarda no entiende lo que pasa aquí y Adela le dice que no oiga esas habladurías que las quieren perder.
En mitad de esta discusión se oye el alboroto del gentío en lo alto de la calle. Una madre soltera mató a su hijo avergonzada y ahora la traen arrastrando por la calle abajo dispuestos a lincharla. Bernarda grita avivando el odio de la multitud. ¡Que la maten! Adela asustada pide que la suelten y Martirio se une al grito acusador de su madre.
Acto tercero
Por la noche en el patio interior de la casa Bernarda y sus hijas comen. La Poncia les sirve y Prudencia, una amiga de la familia, está sentada aparte. Hablan de asuntos de la familia de Prudencia y de los caballos y las potras y Bernarda y también de la boda de Angustias. Prudencia pregunta por el anillo, se lo enseña Angustias y ella al ver que tiene tres perlas dice que en su época las perlas significaban lágrimas. Angustias dice que las cosas han cambiado y Adela que las cosas nunca cambian, que los anillos de pedida deben ser de diamantes.
Se despide Prudencia y Adela dice salir al portón a tomar el fresco, la acompañan Amelia y Martirio aunque esto no la hace muy feliz. Bernarda le pregunta a Angustias por Pepe el Romano y ésta le contesta que lo encuentra ausente, distraído, pensando en otras cosas. La madre le aconseja que lo deje en paz. Regresan las hermanas Y Bernarda las manda a dormir a todas. Esta noche no vendrá Pepe pues salió de viaje.
Bernarda habla con la Poncia diciéndole que no sabe que tipo de tormenta ella le estaba prediciendo se iba a cernir sobre aquella casa, que allí no pasa nada y se va a dormir. Quedan la Poncia y la otra criada platicando de la necedad de Bernarda. Los perros fuera ladran como si alguien rondara la casa. De pronto aparece Adela con el pretexto de beber agua, sale y las criadas se van a dormir.
Aparece la madre de Bernarda, Maria Josefa, con una oveja en brazos como si fuera un bebé, cantándole y arrullándolo. Entra Adela en enaguas con sigilo y desaparece por la puerta del corral. Sale también Martirio con enaguas y se encuentra con su abuela. La abuela le cuenta de su hijo, la oveja, de ellas y de Pepe el Romano, de que todas lo quieren y él las va a devorar. Martirio la acuesta y se dirige al corral donde llama a su hermana Adela. Esta sale algo despeinada y Martirio la insta a que deje a ese hombre. Ella dice que nunca lo dejará y Martirio le promete que mientras viva Adela no habrá de interponerse entre la boda de Angustias y Pepe. Adela le dice a Martirio que también está enamorada de Pepe y que por eso dice esas cosas, pero que Pepe la eligió a ella. Se oye un silbido y Adela corre a la puerta. Martirio se interpone y forcejean. Martirio da la voz de alarma y llegan Bernarda y las hermanas. Martirio acusa a Adela y señalan sus enaguas llenas de paja. Adela confiesa todo y Angustias la maldice. Bernarda busca la escopeta y sale a dispararle a Pepe. Suena un disparo y Adela al oír los comentarios de su madre y Martirio piensa que ha matado a Pepe. Sale corriendo y se encierra en su cuarto. Suena un golpe y Bernarda y la Poncia llaman a Adela. La Poncia de un empellón la abre y encuentra que Adela se ha colgado. Bernarda maldice a Pepe el Romano y grita que su hija a muerto virgen y que todas deben guardar silencio de lo sucedido.
Personajes
Bernarda: Severa y dura, representa el mundo de los prejuicios y la tradición, de una férrea moral que niega los mandatos de la naturaleza. Su figura se posa como una gran sombra sobre todas sus hijas, para vigilar el honor de la familia y cuidar de su virginidad.
Maria Josefa: Es la madre de Bernarda, que parece tener demencia senil y a la que las demás encierran en su cuarto, aunque ella siempre consiga escapar para dar su opinión de todo lo que sucede en aquella casa.
Angustias: Es la hija mayor de Bernarda, heredera cuarentona que prepara el ajuar para casarse con Pepe el Romano, bastante más joven que ella y que en el fondo desea a la hermana pequeña.
Adela: Es la hermana más joven y guapa. Enamorada de Pepe el Romano, se encuentra por las noches con él después de que éste ve a Angustias. Sobre ella caerá el destino trágico de la intolerancia materna.
Martirio: Hermana que en secreto también está enamorada de Pepe, pero al no poderlo tener se propone que Adela tampoco lo tenga, vigilándola y entrometiéndose en todo el asunto.
Magdalena y Amelia: Las otras dos hermanas que aunque igualmente afectadas por las normas y el luto impuestos por su madre pretenden vivir resignadas, aunque contribuyen igualmente a los rumores y tensiones.
La Poncia: Criada de confianza de Bernarda, tiene su misma edad y se conocen hace muchos años, por lo que se permite intentar hablarle claramente del drama que se está sembrando en su casa, aunque Bernarda nunca la quiera oír.