Primera parte
Capítulo I: Santa María de la Ladrillera
Santa María de la Ladrillera, es el lugar donde viven Don Espiridión, su esposa Pascuala y un niño de nombre Moctezuma III que se dice, es descendiente directo del emperador Azteca. Su vida es monótona salvo el hecho de que mantienen un juicio por unas tierras que pertenecieron al legendario personaje y que por ende, deben ser devueltas al descendiente. El abogado que lleva el caso es el licenciado Lamparilla.
Capitulo II: Los doctores
Pascuala se encuentra embarazada y pide al licenciado Lamparilla que busque a un doctor pues el tiempo pasa y no nace su bebé. Sin embargo, el doctor nada puede hacer ante el extraño caso.
Capitulo III: Las brujas
Espiridión, al ver los sufrimientos de su esposa, decide consultar a las brujas pues la panza de Pascuala se mantiene en su lugar. Jipila y Matiana, dos indias descendientes de los aztecas son mandadas a llamar.
Capitulo IV: La Diosa Azteca y la Virgen de Guadalupe
Las Brujas, consideradas indias buenas y cristianas, fueron con Pascuala y realizaron una suerte de hechizos para hacer nacer al nonato. Pasaron dos semanas y nada sucedió. Las brujas consultan a la Diosa Tonantzin –antecedente de la Virgen de Guadalupe- y resuelven matar un niño el 12 de Diciembre como ofrenda a la virgen morena. Pascuala se rehusa a tal barbaridad a lo que las brujas le contestaron que si la virgen pone a un niño en su camino, es por qué así lo desea. Un agudo dolor de panza, permitió que Pascuala diese su consentimiento.
Capitulo V: El milagro
Las brujas partieron a la Basílica de Guadalupe en busca de un niño con características específicas. Matiana lo encuentra y se lo roba. Al día siguiente, las brujas regresaron con Pascuala quien de inmediato pregunta qué pasó. No mataron al niño por lastima y lo fueron a dejar a un lugar conocido como la viña. Pascuala reacciona y las manda a recuperarlo pues el niño corre el riesgo de morir devorado por los perros. Esa noche nace el bebé de Pascuala.
Capitulo VI: Don Diego de noche
El niño no fue recuperado pero la llegada del nuevo miembro de la familia alegró a todos.
Don Diego Melchor, Conde del Sauz, es uno de tantos aristócratas que viven rodeados del lujo y la opulencia. Desgraciadamente, un hecho imprevisto amargó su vida por el resto de sus días. La condesa tuvo a una niña y no al heredero esperado. Ese hecho, imposibilitó al conde de ascender al rango de marqués. El conde marchó durante ocho años sin jamás establecer contacto con su esposa e hija. A su regreso, les prohibió recibir visitas y con un puñal amenazó de muerte a la condesa si se atrevían a desobedecerlo. La condesa enferma. Mariana por su parte, comienza a guardar un odio hacia su padre quién por otro lado, gustaba de divertirse por fuera y malgastar su dinero. Su fama de sádico se extendió pronto por la zona pues también gustaba de golpear a los peones. La salud de la condesa empeoró hasta que cierto día, antes de su aniversario de bodas, advirtió que iba a morir. Al día siguiente, el conde encuentra a su esposa muerta.
Capitulo VII: Don Diego de día
La condesa es enterrada y los ambiguos sentimientos del conde hacia su hija se agudizan. Durante dos años no se dirigen casi la palabra. Posteriormente, el conde y Mariana se van a vivir a la hacienda del conde. Los peones no olvidan la golpiza que el patrón le propinó a uno de los suyos, pero la tierna y agradable presencia de la condesita los calma. Cierto día, la visita del Juan Robreño, hijo de don Remigio administrador de la hacienda, saca un poco a Mariana de su tristeza pues se enamora del apuesto capitán. Juan es bien recibido puesto que el conde ignoraba los lances amorosos de su hija con el primogénito de su administrador a quién le disponía su absoluta confianza. El conde salía a menudo, lo cual fue aprovechado por la joven pareja para hablar con don Remigio. Mariana le pide al administrador que interceda con su padre para aprobar la boda. Don Remigio se asusta por el carácter agresivo del conde pero no tiene más remedio que aceptar.
Al regreso del conde, don Remigio habla con él y éste, encolerizado, le prohibe a Juan regresar a la hacienda. Don Remigio recibe además la orden de llevar a Mariana a la ciudad de México donde sería enclaustrada en una enorme casa.
Capitulo VIII: El campamento
Juan Robreño confía a su superior, el capitán Baninelli, que mantiene correspondencia con su prometida Mariana y que están resueltos a casarse. Son tiempos de alborotos sociales por lo que la tropa de Baninelli tiene que desplazarse de un estado a otro. Un indio llega al campamento con un mensaje de Mariana. La condesita escribe a su prometido de su desesperación y que está dispuesta a quitarse la vida si no llega a tiempo a una cita con ella.
Capitulo IX: El chapitel de Santa Catarina
Mariana vivía con una criada y conservaba el cuchillo con el cual su padre había amenazado a su madre. Mariana ignoraba si Juan había recibido su carta y se preocupaba pues el conde llegaría pronto de otro de sus viajes. Su vida era insoportable pues el encierro era permanente. Además, un secreto mortificaba su corazón. Juan llegó de repente pues había pedido permiso a Baninelli de ausentarse con la condición de regresar a una hora en específico. La pareja se abrazó y Juan le prometió a Mariana que pronto se casarían. Juan regresa al campamento tarde. La tropa se había desbandado y el capitán Baninelli había regresado a México.
Capitulo X: La viña
Al lugar donde se concentraba toda la basura de la ciudad se le conocía como la viña. Ahí convivían bandidos, pordioseros y perros salvajes. Ahí había sido el lugar donde las brujas dejaron al niño robado. Una anciana de nombre Nastasia escuchó llorar a alguien. Cuando llegó al origen de los lamentos, encontró a un niño rodeado de perros hambrientos que esperaban cualquier oportunidad para atacarlo.
Capitulo XI: Comodina
Fue gracias a la ayuda de una perra conocida por todos como La Comodina, que Nastasia pudo rescatar al infante. Lo llevo con un clérigo quién encontró en él un relicario dónde se especificaba que el niño estaba bautizado y que debería de llamársele: Juan Robreño. Nastasia, quien vivía en una atolería, decidió quedarse con Juan. El clérigo no tuvo objeción y le asigno una pensión para mantenerlo.
Capitulo XII: El esclavo blanco
Fue entonces que el pequeño Juan Robreño, fruto prohibido de un capitán y de una distinguida dama de sociedad, había terminado en un extenso basurero al cuidado de una anciana. Pasaron los años y Nastasia creyó conveniente llevarlo a la ciudad para que aprendiera un oficio. Con muchos sacrificios le compró ropa y lo llevó por delante. Luego de algunos intentos infructuosos, Juan fue admitido como asistente de Evaristo, un tornero que vivía con su mujer quien abogó por el muchacho.
Capitulo XIII: Primeras hazañas de Evaristo
Evaristo, hombre de bien, había encontrado en Casilda a su pareja perfecta y se había propuesto, realizar una espléndida almohadilla para conseguir dinero. El carácter de Evaristo se evidenció pues trabajaba todo el día en acomodar las miles de piezas que conformarían su almohadilla. Al año y mes de iniciada su labor. La había por fin terminado.
Capitulo XIV: Aventuras de una almohadilla
Orgulloso de su obra, Evaristo trata de venderla. Al no tener resultados comienza a bajar de precio; más, y cada vez más sin ningún resultado favorable.
Capitulo XV: Juicio al estilo Salomón
Nadie compró la preciosa almohadilla de Evaristo. Su precio lo había rebajado al máximo y aún así le ofrecían una miseria por un año de trabajo. Cierto día, Evaristo se topó con un aristócrata, y convencido de que éste era el bueno se le puso enfrente y ofreció su trabajo. Don Carloto sin embargo rechazó una y otra vez a Evaristo. Éste insistía movido por una auténtica desesperación. En el forcejeo don Carloto golpeó con su bastón varías veces a Evaristo. La policía los detuvo y los llevó ante un juez quien multó a don Carloto dejando en libertad a Evaristo.
Capitulo XVI: Casilda
Cierto día, Evaristo llegó a la casa del conde del Sauz –todavía vivía ahí Mariana- y fue recibido por la condesita y sus criadas. Una de ellas compró la almohadilla y dio otro encargo a Evaristo, la otra, conocida como Tules, causó un impacto en el artesano. Antes de regresar a casa, encargó una parte del dinero a un amigo y mintió a Casilda sobre la venta de la almohadilla y su encuentro con Tules. Evaristo comenzó a sentir emociones ambiguas con respecto a Casilda. Sentía que le estorbaba y planeó la manera de deshacerse de ella. El asesinato no lo descontaba. Cuando regresó a la casa del conde a entregar su nuevo encargo, se convenció de que quería casarse con Tules. Al conde del Sauz se le enseñó el trabajo del tornero y Evaristo comenzó a trabajar para el conde. Tules respondía a los deseos de Evaristo por lo que decidió terminar su relación con Casilda. La manera que encontró fue hartarla. Luego de varios días de presiones, reclamos y principalmente luego de una feroz golpiza que le propinó, Evaristo logró su objetivo. Casilda lo abandonó.
Capitulo XVII: Casamiento de Evaristo
Al casarse Evaristo con la criada Tules, quedó como trabajador permanente para el conde del Sauz. Sin embargo, pasado un año solamente, Evaristo sintió rechazo hacía la abnegada Tules y en secreto extrañaba a Casilda. Metódico, sabía perfectamente que a Tules no la podía golpear pues de inmediato encontraría apoyo de la condesita. Al poco tiempo, una riña entre el conde y Evaristo deviene en su despedida. Tules se marcha con su marido. Una vez en la ciudad, Evaristo le prohibe ver a cualquier persona y la somete a sus caprichos. Fue por esta época que el hijo de Juan Robreño y Mariana, el nieto del conde del Sauz, entró de aprendiz con el malvado Tornero.
Capitulo XVIII: El aprendiz
Evaristo extrañaba la libertad de Casilda, que se anteponía a la pasividad y religiosidad de Tules. Obsesionado, salía de cuando en cuando a buscar a su antigua amante. En poco tiempo, el hábil artesano se hizo de una clientela. Pronto, la búsqueda de Evaristo dio sus frutos. Encontró a Casilda y le juro que jamás la volvería a golpear y que la extrañaba profundamente. Casilda se dejo convencer y quedaron en verse de nuevo. Evaristo confió en su palabra y la dejó ir. Casilda no acude a la cita lo que enfurece al tornero que rápido se desquita con su esposa. Con respecto a Juan, Evaristo se veía cruel y exigente. Pero el niño encontraba apoyo y cariño en la esposa del tornero. Casilda notó el parecido de Juan con su antigua patrona. Al platicar y acercarse más al niño, comprobó sus sospechas, pero las calló pues sabía que el conde jamás aprobaría un hijo ilegitimo y ésto le haría la vida más desgraciada a Mariana.
Capitulo XIX: San lunes
Los lunes eran días de asueto para los artesanos. Tules le pide a Evaristo que no salga pues tiene un mal presentimiento. Por supuesto que Evaristo ignoró y amenazó a Tules y fue a una pulquería. Ahí, se pelea. Al regresar a casa, borracho y frustrado, comenzó a golpear a Casilda y a Juan por defenderla.
Capitulo XX: Delirio
Juan despierta aturdido de los golpes, y encuentra el cadáver de Casilda bañado en sangre y a Evaristo inconsciente de borracho. Juan tiene el impulso de matarlo pero sale a llorar a la calle. Al despertar Evaristo y ver su crimen, pensó que seguramente Juan había ido a llamar a la policía por lo que, sin ningún remordimiento, decide huir hacia el monte del Río Frío, famoso por albergar a toda clase de criminales. Enterró el cuerpo ahí mismo y salió diciéndole a la vecina que su esposa había ido a la ciudad y que se encontraría con ella. Le pidió darle las llaves a su aprendiz y marchó con rumbo a Río Frío.
Capitulo XXI: En el mercado
Juan corrió asustado por los mercados. Tenía miedo de ir a la policía pues podrían considerarlo cómplice. Se alimentó de la caridad de la gente hasta que encontró a una frutera que se apiadó de él y le ofreció techo y trabajo. La atractiva frutera, de nombre Cecilia, supo que el niño era noble de verlo y lo acomodó en su puesto. Cecilia tenía el mejor puesto de frutas de la ciudad y le vendía fruta a las clases más altas. Juan se presentó como Marcos por miedo a que lo estuvieran siguiendo.
Juan había encontrado un hogar y compañía agradable pues Cecilia se había encariñado con él. Cuando tuvo algo de dinero, Juan visitó a Nastasia. La encontró desvalida y cansada. La vieja le agradeció su visita y muere al instante.
Capitulo XXII: Cecilia
Cecilia heredó trajineras de su madre y poco a poco, con tenacidad y honestidad, se había colocado como la frutera de mayor prestigio en el mercado. Su belleza era natural pero nunca accedió a las numerosas propuestas de matrimonio pues consideraba que la querían por su capital. Caritativa con los pobres, vivía con dos sirvientas y Juan, que pronto llevaba los canastos de fruta a los altos funcionarios. Entre ellos a Don Pedro Martín de Olañeta Juez de la corte. Un nuevo administrador de mercados llega y pronto, aumenta los impuestos y pone sus ojos en la bella frutera. San Justo los explota y nada pueden hacer pues representa la autoridad. San Justo se empecinó con Cecilia pero ella lo rechazó tajantemente. San Justo, al querer vengarse de Cecilia, encontró en Juan el motivo perfecto. Lo acusa de robo.
Capitulo XXIII: Ladrón ratero
Juan –es decir Marcos- se defiende y Cecilia cree en él. El licenciado Lamparilla –el amigo de Pascuala que lleva el litigio por las tierras de Moctezuma III, multa a Cecilia y manda a Juan al hospicio.
Capitulo XXIV: El hospicio de pobres
En aquel hospicio, donde vivían huérfanos y pobres, Juan es castigado con trabajos pesados. Cecilia lo visitaba a menudo y le llevaba fruta además de asegurarle que creía en su inocencia. La fortaleza física de Juan no tardó en desarrollarse.
Capitulo XXV: Pepe Carrascosa
Don Pepe Carrascosa era un benefactor de la sociedad, fiaba y se le recordaba por su generosidad. A su muerte, y como había hecho algunas donaciones al hospicio de los pobres, se asignaron a varios internos –entre ellos Juan- para cargar el ataúd. Juan es más alto que el resto de sus compañeros por lo que tiene que caminar de lado para balancear el peso. Desde luego que su esfuerzo fue mayúsculo por lo que una vez llegados al panteón, Juan desfallece y dejan caer el ataúd. Para sorpresa de todos, Juan Carrascosa se levanta de su lecho asustando a todos los presentes. Entre la confusión, Juan huye del lugar.
Capitulo XXVI: El amigo del licenciado Lamparilla
El periódico local El Eco del otro Mundo ofreció en su primera plana una noticia espeluznante: una mujer había sido violentamente asesinada y se sospechaba de su esposo artesano y de la complicidad de su malvado hijo. La noticia tuvo repercusión incluso en Europa. La noticia también llega a un juez de lo criminal de la ciudad de México: Don Crisanto Bedolla. Bedolla conoció a Crisanto Lamparilla desde sus épocas de estudiantes. Desde entonces se hicieron amigos. En un encuentro casual se vuelven a encontrar y luego de un intercambio de presunciones y proyectos, se reconocieron como afines y ambiciosos. Lamparilla ayuda a su viejo amigo y Bedolla se convierte en juez primero de lo criminal.
Capitulo XXVII: Un juez terrible
Bedolla quiere sacar provecho del asesinato de Tules. Pero como nadie ha declarado nada, resuelve ir al lugar de los hechos y arresta a todos lo vecinos por considerarlos sospechosos en primer grado. El cadáver de la antigua sirvienta fue también encontrado.
Capitulo XXVIII: Mariana y su hijo
Mariana y Juan habían mantenido en secreto su amor. Aprovechando las constantes ausencias del conde y apoyadas por las criadas incondicionales a la condesita pudieron incluso ocultar su embarazo. Su hijo fue llevado con una nodriza. Dado el volátil carácter del conde mantuvieron el secreto. Juan fue acusado de deserción y sabía que de ser encontrado sería fusilado. Juan se encuentra proscrito y en constante huida. Mariana visitaba de cuando en cuando a su hijo, pero luego de no verlo después de tres visitas, obligó a que se le diga dónde está. La nodriza, rompiendo en llanto, confiesa que el 12 de diciembre, en un insignificante descuido, el niño fue robado. Su búsqueda es constante más no podían darle parte a la policía pues el honor del conde del Sauz se pondría en entredicho.
El conde del Sauz había por su parte, decidido la suerte de Mariana. Casarla con el marqués de Valle Alegre.
Mientras tanto, la noticia del asesinato de Tules llega también a los oídos de Mariana y las criadas.
Capitulo XXIX: El Puerto de San Lázaro
El licenciado Lamparilla tiene que viajar hacia Chalco. Contrató la trajinera de Cecilia y entre los dos comienza una amistad. Cecilia le hace saber de los abusos de don Justo y Lamparilla se comprometió ayudarla. Otro hombre necesita llegar al mismo destino y le pidió a Cecilia un lugar en su trajinera. Cecilia siente una sensación extraña ante ese misterioso hombre pero acepta. Esa noche los remeros, Cecilia, Bedolla y Evaristo partieron por los canales de agua rumbo a Chalco.
Capitulo XXX: En el canal de Chalco
Lamparilla siente celos del pasajero pues quedó prendado de la belleza de la frutera. Durante el viaje, uno de los remeros cayo al agua de borracho y se ahoga. La trajinera pierde equilibrio y comenzó a hundirse.
Capitulo XXXI: Cocinera y criado
La suerte no abandonó al hijo de Mariana. Luego del incidente del ataúd, Juan terminó de criado en la casa del recién jubilado juez don Pedro Martín de Olañeta, mismo que fue reemplazado por el licenciado Crisanto Bedolla. En casa del juez, Juan entabló una singular amistad con la cocinera Casilda –ex amante de Evaristo- y de sus platicas, Casilda deduce que aquel muchacho fue el que trabajo con Evaristo la noche del crimen. Con respecto al crimen, Bedolla augura que muy pronto encontrarán al infame esposo y al desnaturalizado hijo y que por lo pronto, todos los cómplices –es decir los vecinos arrestados- fueron condenados a muerte para escarmentar a los criminales.
Capitulo XXXII: Al toque del alba
El juez Pedro Martín de Olañeta vivía con sus dos hermanas mochas y comenzó a guardar un especial cariño hacía Casilda, sin embargo mantiene su distancia pues un juez no puede andar con una simple cocinera. Justo y responsable, Martín de Olañeta es bien querido por todos los juzgados y por el mismo presidente de la república. Una tercera hermana, de nombre Clara, estaba casada con otro licenciado conocido como Chupita. El juez escucha las conversaciones de Casilda y Juan. Al pedir el periódico donde se daba cuenta del asesinato de Tules, el juez sacó conclusiones sobre la manera como llegó Casilda -recomendada- y de Juan que anteriormente le traía fruta del puesto de Cecilia. Convencido de que su cocinera y criado dicen la verdad –pues ignoraban que el juez los escuchaba- se dio cuenta de inmediato de todos los que esperaban ser ajusticiados son en realidad inocentes y que Bedolla los mantiene en la cárcel para sus fines personales.
Consiente del peligro que corren, Martín de Olañeta prohibe salir a Juan y a Casilda.
Capitulo XXXIII: La injusticia de la justicia
Recto de convicciones, don Pedro Martín visitó a su sucesor Bedolla pidiéndole el registro de los hechos. Bedolla accede. Al estudiarlos, Olañeta descubrió una serie de irregularidades que le confirman la inocencia de los vecinos encarcelados. Bedolla por su parte, se convenció de que también una mujer participó en el homicidio y que pronto los encontrarán. Olañeta sabe que se refiere a Casilda y guarda silencio.
Capitulo XXXIV: El litigio de los marqueses de Valle Alegre
El juez Pedro Martín de Olañeta, aunque se había retirado, llevaba algunos casos o asesorías. Uno de ellos es el litigio del marqués de Valle Alegre –personaje que más adelante tendrá importancia- ElCapítulo se centra en una pelea de terrenos que nos podemos ahorrar.
Capitulo XXXV: Malos pensamientos y dificultades
La presencia de Casilda inquietaba cada vez más al solterón don Pedro Martín. Sentía celos de Juan y enojo por sus hermanas que no aprobarían tal unión. El marqués de Valle Alegre interrumpe sus meditaciones para decirle que ha perdido mucho dinero y es inadmisible que a un marqués de su rango le pase ésto. Afortunadamente, continuó el marqués, había recibido una carta de su primo el conde del Sauz donde le informaba que su hija Mariana se encontraba en edad de casarse y siendo ambos de la realeza y recordando que en algún momento dado, el marqués la había cortejado, lo ponía al tanto de su aprobación para una futura boda. El marqués manifestó su alivio frente al juez, no tanto por la boda sino por que la dote de la condesita lo sacaría de apuros. Don Pedro Martín se guarda por supuesto sus comentarios y accede ayudarlo pensando sobre todo en Mariana y su permanente encierro. Casilda es buscada y don Pedro la esconde en un convento y con respecto a Juan, decide mandarlo con su amigo Lamparilla, para que lo lleve a Santa María de la Ladrillera donde podría ser de utilidad en lo que se resuelve el caso de la criada asesinada.
Capitulo XXXVI: Salvados por milagro
La trajinera naufragó, Cecilia salvó a Lamparilla mientras Evaristo alcanzaba la orilla. Una chalupa que pasó por ahí los terminó de rescatar y llevarlos a su destino. Lamparilla y Evaristo, no pasaron por alto la escultural figura de Cecilia descubierta por el agua. En Chalco, Cecilia los invitó a su casa y el par de pasajeros se quedaron tres días pues, cada uno por su parte, había decidido cortejar a la frutera. En ausencia de Evaristo, Lamparilla declara su amor a Cecilia, a ella le agrada pero no para tanto. Lamparilla se va luego de que Cecilia le promete no tener ningún interés en aquel hombre. Evaristo también se va, no sin querer obsequiarle un par de aretes a Cecilia, mismos que rechazó.
Capitulo XXXVII: Ameca
Lamparilla llegó a Ameca convencido de querer casarse con Cecilia sin importar lo que digan los demás. Buscó al alcalde para comunicarle que representa a Moctezuma III, y que desea ver los registros pues algunos terrenos que legalmente le pertenecen se encuentran ocupados. El alcalde ofrece todas las facilidades, pero al cabo de algunos días, Lamparilla seguía sin tener acceso a los registros. Los Melquiades –quienes ocupaban aquellos terrenos- se enteraron de que un abogado venía a quitarles sus tierras y, de común acuerdo con el alcalde, reunieron varios indios y con gritos de muera el gobierno corren al licenciado que por poco no salva la vida.
Capitulo XXXVIII: ¡Ira de Dios!
Lamparilla supo entonces que el alcalde y todo el pueblo en general apoyaban a los Melquiades. Sus sueños de tener una hacienda como pago por sus servicios y así poder casarse con Cecilia se vieron empañados. De regreso a Chalco, Lamparilla buscó a la frutera más no la encontró. El hombre piensa que la mujer se fue con su rival. Sin desanimarse va a la ciudad a buscarla más tampoco la encuentra.
Lamparilla visitó a su amigo Bedolla quién, desde que encarceló a los supuestos cómplices del asesinato de Tules, había poco a poco ganado prestigio. Las sentencias no se habían ejecutado pues se apeló y todo era, para el ambicioso Bedolla, cuestión de tiempo. Lamparilla le pide al juez supremo deshacerse de San Justo –el nuevo administrados del mercado- y acusó al alcalde de Ameca y a los Melquiades de conspiradores revolucionarios. Bedolla promete ayudar a Lamparilla.
Posteriormente, Crisanto Bedolla pide audiencia con el presidente y le propone comprar el periódico El Eco del otro Mundo para que de ésta manera, sirva de órgano informativo, de desprestigio, y de manipulación. El presidente se muestra encantado con la idea y apoya al licenciado Bedolla. El coronel Baninelli es mandado a someter al pueblo rebelde que gritaba mueras al gobierno. La manipulación de la información empieza entonces a usarse como arma política. Baninelli llegó a un pueblo pacífico y el periódico informaba de actos rebeldes que pretenden buscar autonomías en algunos estados. La ambición de Bedolla no tenía límites pues por supuesto, él se encontraba atrás del director de El Eco del otro Mundo.
Capitulo XXXIX: La hacienda de Santa María de la Ladrillera
Cuando Lamparilla llegó al rancho, hacienda según Pascuala, la encontró con dos jóvenes que tenían que cargar al obeso de Don Espiridión: es decir Moctezuma III y Espiridión hijo.
Dado que Pascuala y Lamparilla son además compadres, le permitió al último solicitarle a su anfitriona dinero pues la situación del marqués de Valle Alegre es desesperada y se encuentra a punto de casarse con la condesita. Doña Pascuala le ofreció todo lo que tenía. Más adelante, Lamparilla se enteró por una de las brujas, que San Justo había sido removido de su cargo como administrador del mercado. Lamparilla le habla a Pascuala de Juan y le pide aceptarlo por una temporada. Pascuala acepta. Juan llegó y de inmediato hizo migas con Moctezuma III
Capitulo XL: Dentro de casa
La casa de Cecilia en Chalco –tenía otra en la ciudad- es enorme y permitía a la frutera descansar. Vivía con sus dos indias, sirvientas fieles y fuertes. A raíz de la destitución de San Justo, Cecilia pensaba a menudo en Lamparilla. Pero aún desechaba la idea de un compromiso.
Capitulo XLI: Dentro del baño
Como hacía mucho no habitaba su casa en Chalco, Cecilia empezó por la limpieza y un merecido baño caliente.
Capitulo XLII: Poesías del licenciado Lamparilla
Al término de su baño, Lamparilla llegó a visitarla. La frutera se muestra contenta lo que animó al licenciado a recitarle unos versos al oído. Cecilia siente de repente que alguien los espiaba. Lamparilla manifestó entonces su preocupación por aquel individuo que naufragó con ellos. Lamparilla investigó más nada encontró. Cecilia lo acompañó y descubrió evidencias en su terreno de que, efectivamente, alguien los había espiado. Se despidieron con una invitación de parte de Cecilia para comer el domingo.
Capitulo XLIII: Una noche en el rancho de los coyotes
Aquí se retoma la historia de Evaristo. Al llegar a Chalco se puso a vender maíz y a investigar todo sobre Cecilia. Dibujante nato, Evaristo realizó un minucioso plano de los terrenos de la frutera para poder entrar y esconderse a voluntad. Compró el rancho de los coyotes a pesar de encontrase en medio del bosque, abandonado, y cerca de la peligrosa zona de Río Frío. Evaristo no demostró miedo al vendedor. Desde ahí, empezó a maquinar la manera de hacerse rico mediante el robo y a darse sus escapadas para espiar a Cecilia.
Capitulo XLIV: Evaristo se convierte en un honrado agricultor
Evaristo reclutó a una escuadrilla –grupos de indígenas habilitados para las labores del campo- y de esta manera comenzó a levantar la hacienda de los coyotes sembrando y produciendo carbón.
Capitulo XLV: Un muerto en el monte
De todos los indios reclutados, uno de ellos, Hilario, sobresalía por su estatura y Evaristo lo nombra capataz. Evaristo recorrió la zona para conocerla a fondo y no ser sorprendido. En uno de sus recorridos encontró a un muerto al cual le roba el caballo y pertenencias.
Evaristo seguía prendado de Cecilia y resolvió ir a Chalco, hacerla ver que pronto sería un rico hacendado y que deseaba casarse con ella.
Capitulo XLVI: La cabeza hirsuta
Durante la comida dominical, Lamparilla se emborrachó convencido de que Cecilia se ve con Evaristo. Al marcharse, Cecilia se decepciona de su actitud. Días después, Cecilia se sintió de nuevo observada. Al salir del baño se encontró con Evaristo quien presa del deseo, trata de someterla. Las dos indias escucharon los gritos y corrieron en su auxilio logrando correr al invasor. Cecilia enfermó y recibe la visita de un arrepentido Lamparilla.
Capitulo XLVII: Los enmascarados
Resuelto a ser un ladrón, Evaristo no tardó en descubrir que Hilario, de alguna manera también se aprovechaba de los indios. Hilario pronto se descaró y confesó a Evaristo ser ladrón profesional. Evaristo tenía un aliado con colmillo y a un grupo de indios incondicionales. Pronto comenzaron a robar a la gente por los caminos. Su organización poco a poco se fue perfeccionando y la fama de los bandidos de Río Frío aumentando.
Capitulo XLVIII: Primer asalto a la diligencia
Primer y exitoso asalto a una diligencia.
Capitulo XLIX: Episodio
Los pasajeros asaltados intercambian impresiones.
Capitulo L: Banquete en el gran comedor de la hacienda del Sauz
El conde del Sauz anunció un banquete en uno de sus grandes salones. La comida transcurrió lenta, con un ambiente pesado pues se respiraba el odio que Mariana le guardaba a su padre. El conde dio aviso del próximo enlace de su hija Mariana con el marqués de Valle Alegre. Mariana siente el impulso de huir de ahí pero se resigna. Como el conde notó que casi no comía, la obligó a comer hasta desfallecer.
Capitulo LI: El viaje
El marqués de Valle Alegre es recibido por el conde del Sauz. Ambos piensan en el provecho económico que éste enlace significa.
Capitulo LII: Las bodas del marqués de Valle Alegre
Mariana es atendida de su desmayo por un joven médico amigo de Juan quien le da noticias de él. Mariana le manda decir a Juan que sólo con él se casará.
Capitulo LIII: Los cofrecitos
El marqués visita a su prometida y trata de ganársela con joyas y cofrecitos. Mariana los rechaza.
Capitulo LIV: El casamiento de Mariana
Obispos, hacendados, y aristócratas de renombre fueron poco a poco llegando para celebrar la unión de la condesita con el apuesto –aunque mayor de edad- marqués de Valle Alegre. Las fiestas empiezan. El marqués dudó ante el rechazo de Mariana pero el recuerdo de su dote lo hizo reconsiderar. Al llegar el día de la boda Mariana caminaba ida cuando de repente, entre la multitud que llenaba la iglesia creyó ver de pronto a Juan quien efectivamente había ido de incógnito. Mariana rehuso delante de todos casarse con el marqués y cayó desmayada en la iglesia.
Segunda parte
Capítulo I: Los granaderos
Una dama de sociedad fue vejada en uno de esos asaltos. El gobernador de puebla pensaba que la existencia de los ladrones era un problema federal por lo que escribió en el diario oficial pidiendo la pronta solución del problema. Desde luego que la actitud del gobernador no pasó desapercibido en la presidencia, y se decidió consultar al juez Bedolla sobre el asunto. Bedolla acusó al gobernador de mantener un regimiento de granaderos bien armados –lo cual es cierto- y demandó al gobernador resolverlo. Al igual que otros estados, el gobernador de Puebla habló sobre la libre determinación de los estados. En presidencia el mensaje fue claro. La búsqueda de la autonomía. Bedolla se presta a arreglar personalmente el asunto.
Capítulo II: Misión diplomática de Bedolla
Bedolla, astuto, se gana la confianza del gobernador y regresó a la ciudad como héroe que impidió una lucha interna. Bedolla solucionó el problema, argumentando que el párrafo fue escrito por manos ajenas al diario oficial. El presidente se muestra satisfecho.
Capítulo III: La ópera en el monte
CuriososCapítulo en el cual los bandidos asaltan a un grupo de cantantes italianos que son obligados a cantar en la selva.
Capítulo IV: ¿Qué dirán los extranjeros?
Evaristo visitó a Cecilia y le pide perdón. Cecilia rechaza unas alhajas y dice que son robadas. Evaristo deja igual las joyas y regresó a su hacienda pensando que tiene una oportunidad.
Capítulo V: ¿Qué dirán los extranjeros? (continuación)
El incidente de las cantantes italianas, extendió la fama de los bandidos de Río Frío más haya de los territorios nacionales. Sin embargo, se exageraba de sobremanera las noticias. Todo, desde el asesinato de Tules, iba creciendo de boca en boca de manera cómica y cambiada según la situación inmediata. El presidente creyó también, que las italianas habían sido violadas salvajemente y nuevamente recurrió al juez Bedolla en busca de una solución. El apresuramiento de las ejecuciones de los culpables del asesinato de Tules fue visto como lo manera de hacer escarmentar a los bandidos.
Capítulo VI: El triunfo de Bedolla
Cecilia se sentía confundida; sabía que las joyas eran robadas por lo que acudió con uno de sus clientes de renombre: Don Pedro Martín de Olañeta. Don Pedro comenzó a atar los cabos y sospechó que aquel Pedro Sánchez –pues así se presentó Evaristo- es el mismo que asesinó a la criada y que comanda a los bandidos de Río Frío. Al irse Cecilia, Don Pedro recordó a Casilda y va en su visita. Las noticias dan cuenta de que los culpables del asesinato pronto recibirán su castigo. Don Pedro buscó la manera de ayudar a esos inocentes. Decidido, acudió a la cárcel para platicar con los reos. Todos le hablaron del tornero que acostumbraba golpear a su mujer y del aprendiz que seguro corrió para salvar la vida.
Capítulo VII: Los reos de muerte
Don Pedro Martín les prometió ayudarlos y de camino a Palacio se topó con Bedolla quien, arrogante, presumió sus logros y avances en la política. Don Pedro acudió después con el presidente y pide el indulto a los culpables. Como la fama de don Pedro era intachable, el presidente le concedió el beneficio de la duda. Don Pedro desenmascara a Bedolla y le informa la manera como consiguió las confesiones y todas las irregularidades que había detrás del caso. El presidente se convenció y suspendió la orden de ejecución.
Capítulo VIII: Tragedia de los enmascarados
El presidente llamó al capitán Baninelli y le ordena acabar con los bandidos de Río Frío.
Baninelli junto con su brazo derecho, el cabo Franco, planean una emboscada. Los bandidos son sorprendidos y huyen con varías bajas. Resueltos a acabar con toda la banda, realizan una inspección por la zona. Cuando llegan al rancho de los coyotes, encontraron a un hacendado que vivía del carbón y la cosecha, cuya fama de valiente que se atrevió a luchar por sí mismo, sorprendió a Baninelli quien no duda en nombrarlo jefe de hacendados. Pedro Sánchez –Evaristo- acepta humilde el cargo.
Capítulo IX: El cabo Franco
La caída del juez Bedolla fue tan estrepitosa como su asenso. Los culpables del asesinato de Tules fueron absueltos, el presidente y los ministros se negaron a verlo y finalmente, fue removido del cargo. Lo mismo pasó con su amigo Lamparilla quien tuvo que enfrentar a otro heredero del Emperador Moctezuma. Lamparilla acude de nuevo con Pascuala para pedirle más dinero. Pascuala ofreció las ganancias de la próxima cosecha. En eso, un regimiento militar al mando del cabo Franco llegó al rancho y se instaló a pesar de la voluntad de los dueños. Al retirarse del rancho, el cabo Franco reclutó a Espiridión, Moctezuma III y a Juan. Lamparilla consuela a su comadre y le promete ayudarla a recuperar a sus muchachos. Sin embargo, en esos tiempos convulsos, nada pudo hacer por el trío de jóvenes.
Capítulo X: El capitán de rurales
En su nuevo puesto de capitán de hacendados, Evaristo aumentó su banda y pensó que aquel nombramiento impresionaría a Cecilia. Acudió a su casa y le pide matrimonio. Cecilia lo descubre como ladrón y asesino. Evaristo la trató de matar pero fue de nuevo rescatada por una de sus criadas. Cecilia y sus criadas huyeron de Chalco por miedo a Evaristo.
Capítulo XI: Los almacenes de fruta
Evaristo planeó hacer un hoyo para poder introducirse en la casa de Cecilia y matarla. Largas averiguaciones dieron sus frutos. Paciente, esperó el momento adecuado. Mató a un indio de guardia y hecho a uno de sus indios por delante. Cuando Evaristo asomó su cabeza por el agujero, sintió que algo cortaba su cabeza.
Capítulo XII: El tumulto
María Pantaleona, una de las criadas de Cecilia, había escuchado ruidos extraños todas las noches, que cesaban antes del amanecer. Al oírlos cada vez más cerca intuyó que venían a matar a su patrona. Esperó, y cuando vio la cabeza de un desconocido asomarse, no dudó en matarlo y jalar el cuerpo para esperar al siguiente. Al asomar Evaristo la cabeza sintió el filo de un cuchillo pero alcanzó a escapar. Cecilia amaneció con dos cadáveres en su casa. La gente se comienza a agrupar. El alcalde se lleva a Cecilia y a Pantaleona al juzgado.
Capítulo XIII: La procesión de Lamparilla
Lamparilla defendió a Cecilia y como demostró que iban a matarla, se concluyó que Pantaleona había matado en defensa propia. Cecilia se deja dar un pequeño beso de parte de su pretendiente. Posteriormente, Cecilia acudió con Don Pedro Martín para confirmar sus sospechas y recibió la noticia de que aquel hombre, fue nombrado capitán de hacendados.
Capítulo XIV: Terrible combate en Río Frío
Evaristo volvió a sus andadas y se enfrentó con escoltas militares –por supuesto cubrían siempre sus caras-. Pensando en sacar provecho de su puesto, pensó en ir a palacio nacional para dar, él mismo parte, de lo ocurrido. Fue así como Pedro Sánchez se entrevistó con el ministro de guerra y recibió felicitaciones del mismo por su valor frente al enemigo. Al presidente sin embargo, no lo impresionó.
Capítulo XV: Revolución más formidable que el tumulto
Cierto amigo de Bedolla, de nombre Valentín Cruz: ex contrabandista y asesino de su propia esposa, era de aquellos que pugnaban por la autonomía de los estados, en este caso, de Jalisco. Valentín Cruz se levantó en armas. Baninelli es mandado a enfrentarlo. En el combate, es herido el trío que salió de Santa María de la Ladrillera.
Capítulo XVI: Víctima del despotismo
Baninelli da parte al gobierno de su lucha, ganaron pero tuvieron tres heridos –uno de ellos descendiente del emperador Moctezuma-. El presidente los mandó felicitar. Más adelante, restituye a Don Pedro Martín de Olañeta como juez supremo de la nación y manda encarcelar a Bedolla.
Capítulo XVII: Cambia la escena
Bedolla no sólo fue encarcelado sino también incomunicado. No tardó en deducir que Don Pedro, había hablado en su contra. Desde la cárcel planeó su venganza. Se suspendió la incomunicación y se declaró preso político. Lamparilla se alegró de la restitución de don Pedro, al consultarlo sobre el caso de las tierras de Moctezuma III, don Pedro le confirmó que existían unas escrituras en Ameca que avalan el derecho de Moctezuma III de reclamarlas y que sólo bastaría su fe de bautizo para que el gobierno le restituya sus posesiones. Lamparilla cuenta a Cecilia que las posibilidades de recuperar las tierras aumentan y sus posibilidades de casarse se cristalizan. Cecilia escuchó gustosa la noticia más por dentro, moría de miedo. Evaristo había extendido su cacicazgo y estaba segura, que planeaba matarla.
Capítulo XVIII: Juan fusila a su padre
El cabo Franco –cuyo rango verdadero era capitán, y se le había quedado el mote de cabo- se mostró satisfecho frente a su superior Baninelli por el desempeño de Espiridión, Moctezuma III y Juan durante las revueltas de Jalisco –su lucha contra Valentín Cruz- y los tres son ascendidos. De los tres, Juan había decidido hacer carrera en la milicia.
Juan Robreño –el prófugo padre de Juan- fue encontrado y llevado ante Baninelli. La falta de Juan, es decir su deserción, equivalía a fusilarse por traidor. Baninelli tiene que matar a su entrañable y valiente amigo. Juan lo sabe y acepta su castigo. Los tres reclutados en el rancho de Santa María de la Ladrillera son el pelotón que fusila al preso que se negó a ser vendado de los ojos.
Capítulo XIX: Aventuras de los tres reclutas
Ni Baninelli ni Franco querían fusilar a Juan Robreño por lo que el pelotón, salvo una bala, estaba armado con salvas. Juan Robreño es herido y llevado a la iglesia. Franco le pide al párroco que al despertar le diga a Juan que cambie de identidad.
Capítulo XX: Derrota del cabo Franco
En su continua búsqueda del rebelde Valentín Cruz, el regimiento llegó a pueblos azotados por el cólera. Unos soldados ayudan y otros enferman. Un encuentro nocturno diezma más a la tropa. A la mañana siguiente, Juan es raptado por el enemigo.
Capítulo XXI: Hambre y peste
Otro enfrentamiento con Valentín Cruz, da por resultado que Franco fue herido y la desaparición de Espiridión. Moctezuma III se prestó a buscarlo y lo encontró agonizando en una iglesia.
Capítulo XXII: Triunfo del “Emperador”
Baninelli mandó una carta al gobernador de Jalisco donde dio parte del sitio. Al ser notificado sobre Espiridión, Baninelli va en su encuentro. Más recuperado, Espiridión le manifestó su deseo de hacer carrera como cura. Baninellí concede su baja. También se entera que Juan fue raptado por el enemigo. De regreso a la ciudad, la tropa pasó de nuevo por Santa María de la Ladrillera. Pascuala recibió a su hijo y luego de platicarle que su padre había muerto, se mostró orgullosa por la decisión de su hijo de ser cura.
Una nota en el periódico informa que Crisanto Bedolla había sido sacado de prisión y conducido a Acapulco.
Capítulo XXIII: Panzacola
De regreso a la ciudad de México, Baninelli encontró a un viejo conocido llamado Relumbrón quien lo invita a jugar albures. Al rechazo de Baninelli, Relumbrón manifestó su deseo de conocer a alguien que jamás haya jugado albures pues es de buena suerte. Baninelli mencionó a Moctezuma III y lo mandó llamar. En efecto, el recién ascendido militar, desconocía el juego de los albures. Fueron a un lugar llamado Panzacola y Relumbrón apostaba dónde siempre apostaba el iniciado. Moctezuma III apostaba ingenuamente siempre a las figuras. La corazonada de Relumbrón se vio, con creces, recompensada.
Capítulo XXIV: Caprichos de la fortuna
Relumbrón tenía un rango militar: era coronel, y ofreció al capitán Baninelli parte de las ganancias ganadas. Amablemente, Baninelli lo rechaza. Una vez en la ciudad, Relumbrón buscó a un platero de nombre Santos Aguirre. Don Santitos y Relumbrón tenían negocios turbios pues la plata manejada era robada. Una mujer de nombre Viviana completaba el trío de estafadores.
Capítulo XXV: Caprichos de la fortuna (continuación)
Relumbrón regresó a Panzacola y continuó apostando con el mismo método anterior. Ganó hasta que al final cambio su albur. Por una duda lo perdió todo y esto quiere decir terrenos, joyas y plata. Relumbrón acudió con Santitos quien le aconsejó comprar una de las haciendas del marqués de Valle Alegre y un molino de un tal Pedro Martín de Olañeta. De regreso a casa, Relumbrón le prometió, una vez más, a su esposa Severa no volver a apostar. La mujer conocía a su marido y toleraba su vicio por la apuesta aunque ignoraba las numerosas aventuras de su marido. Afuera de su casa, un amigo lo llevó a Palacio.
Capítulo XXVI: Amor casual
La historia de Relumbrón comienza aquí: Santos Aguirre, entonces oficial de un taller de platería, se había enamorado de una viuda conocida como la Señora de los Laureles ella sin embargo no podía acceder a sus peticiones amorosas pues, siendo casada muy niña con un hombre de mayor edad el cual murió al poco tiempo, le dejó toda su considerable herencia con la condición de que no se vuelva a casar. De un amor secreto nació Relumbrón, pero fue criado por otra familia. Y como no le gustaba llevar el mismo nombre que Santos Aguirre, quien guardó el secreto de la viuda, se puso a sí mismo Relumbrón.
Capítulo XXVII: Algo de la vida íntima de Relumbrón
Relumbrón se casó con Severa gracias a la intervención directa del platero quien se convirtió en su protector. Tenían una hija de nombre Amparo. Gracias a su exitosa carrera militar, Relumbrón y familia conocían a las más distinguidas familias así como a don Pedro Martín de Olañeta o el marqués de Valle Alegre. Todos los jueves, en casa de Relumbrón había tertulias por lo que se puede decir que son figuras conocidas en el medio.
Capítulo XXVIII: Grandes proyectos
Relumbrón era débil con respecto al juego y ambicioso de dinero. Mantenía dos amantes que visitaba con frecuencia pero al llegar a casa era cariñoso con su esposa Severa y Amparo, su graciosa hija quien mantenía un amor secreto. Cierto día, relumbrón recibió la visita de un tahúr de nombre Moisés Aguirre quien le dice haber inventado una baraja que si él mismo talla puede hacer ganar o perder a quien quiera. Luego de varias pruebas, Relumbrón se convence y hacen un pacto de regalías para estafar a la gente.
Relumbrón también mantiene negocios con Lamparilla, principalmente haciendas propiedad del juez Olañeta.
Capítulo XXIV: El viaje
Lamparilla y Relumbrón partieron a revisar los terrenos. En el camino son detenidos momentáneamente por el jefe de hacendados Pedro Sánchez –Evaristo- Lamparilla le confesó a Relumbrón sus sospechas del jefe de rurales. Luego de revisar los terrenos, Lamparilla fue con el juez para cerrar el trato de su cliente Relumbrón. Don Pedro le pidió hacerse cargo de Casilda pues temía por ella. Lamparilla aceptó ayudarlo y buscarle acomodo.
Capítulo XXX: las paredes oyen
El platero y Relumbrón comenzaron a idear un plan para fabricar monedas de plata falsas.
Capítulo XXXI: El día de la boda
Al desmayarse Mariana tanto el conde como Juan tuvieron que calmar sus impulsos. El conde mandó llevar a la condesita a sus aposentos. El marqués de Valle Alegre ve perdidas sus esperanzas de pagar sus deudas contraídas.
Capítulo XXXII: La venganza de Gordillo
Don Remigio se dio a la tarea de calmar a los invitados y al conde mismo. El marqués sintió que su honor se había manchado y exigió una explicación al conde. El conde del Sauz, frustrado e indignado, reta en duelo al marqués quien mantiene su palabra. El conde escribió varias cartas de disculpa a los invitados y manda a don Remigio a que personalmente las entregue. Don Remigio teme por Mariana quien desde el fatídico día empeoró de salud. El marqués prometió a don Remigio cuidar de Mariana. El conde cita al marqués y en presencia de un peón de nombre José Gordillo –que alguna vez el conde azotó- como testigo y ordenes precisas, comenzó el duelo. Ambos caen heridos y Gordillo, creyéndolos muertos, roba todo lo que puede y los encierra en el cuarto. Desde luego sale huyendo de ahí.
Capítulo XXXIII: El herradero
Relumbrón conoce a Pedro Sánchez –Evaristo- por un amigo común y al enterase de su poder en la zona, se lo hace amigo y lo invita a la feria de Tepetlaxtoc a organizar una fuerza de rurales. Ambos saben que sacarán provecho de este inesperado encuentro. Durante la feria suceden varios acontecimientos. El más importante fue conocer a Pedro Cataño –Juan Robreño de incógnito- quien luego del falso fusilamiento, había comenzado a delinquir. El coronel Relumbrón reconoció a Juan y se puso a sus ordenes. Juan sólo le pide guardar el secreto.
Capítulo XXXIV: La feria de San Juan de los Lagos
En esta feria de Jalisco, Relumbrón y Moisés –el de las cartas- comenzaron a estafar a los asistentes, además la fabrica de monedas falsas comenzó a trabajar de manera clandestina y finalmente, junto con Pedro Sánchez, habían formado distintas gavillas de ladrones.
Capítulo XXV: Viaje de Relumbrón
Relumbrón encontró otro socio en Lamparilla quien lo asesoraba con respecto a los terrenos. El coronel Relumbrón y el jefe de hacendados Sánchez, presencian como son fusilados dos de sus hombres.
Capítulo XXVI: Las piedras rodando se encuentran
El fusilamiento de los ladrones fue aplaudido por todos. Evaristo por su parte, arrendó un hotel que nombro Otel de los tapatios donde vendía alcohol y había desmanes. Los ladrones se juntaban ahí y bebían hasta desmayar.
Capítulo XXXVII: Grandeza y decadencia de un patriota
Moisés continuó estafando a los asistentes a la feria. Antes de acabarse, Relumbrón entabló conversación con otro asistente que reconoció a Evaristo alias Pedro Sánchez. Relumbrón pregunta quien es ese Evaristo y el hombre narra que mató a su mujer y es uno de los lideres de Río Frío. Juan, quien había escapado de sus captores confiesa lo anterior a Relumbrón.
Capítulo XXXVIII: Fin de feria
La feria termina y todos juntan sus ganancias y se van de ahí.
Capítulo XXXIX: El ordenador de la victoria
Relumbrón regresó a la ciudad y perfeccionó junto con el platero su fabrica de monedas falsas. Lamparilla siguió con los litigios de Moctezuma III
Capítulo XL: Las cinco mulas cambujas
El tráfico de monedas falsas, transportados por las cinco mulas del titulo llegó bien a su destino. Pedro Cataño –Juan Robreño- se encargó de la operación pues se había unido a la banda.
Capítulo XLI: Una corazonada
Don Remigio tuvo la corazonada que algo había sucedió. A su regreso del encargo del conde, visitó a Mariana y la encontró bien al investigar y darse cuenta que una puerta se encontraba cerrada mando abrirla. Don Remigio encontró agonizantes al marqués y al conde. El joven doctor los cura a ambos.
Capítulo XLII: Prosperidad de los negocios de Relumbrón
Los negocios de Relumbrón comenzaron a rendir sus frutos; sus alianzas con Evaristo, Moisés, el platero –su padre político- y algunos más vieron coronadas sus ambiciones. Consentía a su esposa e hija con oro y joyas. Como coronel y miembro del estado mayor, Relumbrón pidió audiencia con el presidente y le sugirió soltar a Bedolla para dar con la pista de Valentín Cruz. El presidente le confía la orden al coronel. también Relumbrón le pide al presidente la restitución de los bienes a Moctezuma III –pues se lo había pedido de favor Lamparilla- y también es concedido.
Capítulo XLIII: Los negocios de Lamparilla no van de lo peor
Don Pedro Martín de Olañeta, había presentado su renuncia pero le fue negada y a cambio, le ofrecieron unas vacaciones. Extrañaba a Casilda y se preguntaba por la suerte de Juan. Lamparilla se presentó con el aval del presidente para darle seguimiento al litigio de Moctezuma III. Don Pedro preguntó por Juan y Lamparilla le dice que Espiridión encontró su vocación religiosa, que Moctezuma III sobresale en el ejercito y que Juan se encontraba extraviado. A su salida, Lamparilla se encontró con Cecilia y se van juntos compartiendo las buenas noticias. Al poco rato, don Pedro recibió la visita del marqués de Valle Alegre. Luego de platicarle sus desventuras, confesó remordimientos de conciencia de ver el estado de salud de Mariana. El conde por su parte, a medio camino entre la locura y su despecho, continuaba retándolo a muerte pero al marqués ya no le interesaba. Esta vez, don Pedro le tenía buenas noticias con respecto a unos problemas legales que finalmente se resolvieron a su favor. El marqués emocionado, le confesó algo más a don Pedro. Desde hace algún tiempo, mantiene un amor secreto con Amparo: la hija de Relumbrón y Severa. Don Pedro le sugiere que asista a las tertulias y se gane a la joven. El marqués salió feliz de su visita. Don Pedro se quedó extrañando a Casilda.
Capítulo XLIV: Los dorados
Pedro Cataño -Juan Robreño- tenía su propia gavilla que asaltaba por su cuenta.
Capítulo XLV: Asalto de la hacienda del hospital
La hacienda fue el siguiente paso de Pedro Cataño. Robada con lujo de violencia. Su cuadrilla, Los Dorados, recorrió haciendas y pueblos ya que gozaba de la protección de Relumbrón. Mientras tanto, el jefe de rurales Pedro Sánchez había recibido la orden de cazarlo. Cómplice, atrapaba ladrones de poca monta y los presentaba como los dorados.
Capítulo XLVI: Pasos en la azotea
Desde su hacienda, Relumbrón repartía las ordenes ya que era su cuartel general. Tenía inclusive a un tuerto de nombre Cirilo a su servicio personal. Durante un robo, el tuerto mata a dos mujeres.
Capítulo XLVII: El capellán y el cura
Los ladrones comenzaron a proliferar por todos lados. El tuerto pretendía robar al capellán pero éste no se lo permitió. Evaristo por su parte, en una de sus redadas como jefe de rurales, encontró de casualidad a don Carloto –aquel señor que lo había golpeado con su bastón- Evaristo lo apartó de la gente y lo mató. Al poco tiempo, la ausencia de un personaje tan popular como don Carloto no pasó desapercibida.
Capítulo XLVIII: Mártir de la patria
Las cosas comenzaron a salir mal. Moisés comenzó a fallar con su baraja mágica. Relumbrón tuvo diferencias con Pedro Cataño y los asesinatos de Cirilo habían también causado revuelo. Aún así, Relumbrón buscó la manera de sacar provecho de la salida de Bedolla quien se hacía pasar por mártir del sistema, y la rebeldía de Valentín Cruz para organizar un golpe de estado en Jalisco.
Capítulo XLIX: En la calle de don Juan Manuel
El golpe militar fracasa y Bedolla pierde la vida. Evaristo y Relumbrón planearon entonces asestar un golpe en la casa del Sauz. Lamparilla adquirió una casa donde guardaron el dinero robado. El robo a la casa de conde es un éxito pero una cocinera reconoció a Relumbrón.
Capítulo L: La providencia
Luego de repartir el dinero. Evaristo regresó al monte y Relumbrón a su casa con Severa y Amparo. El siguiente golpe de Relumbrón fue robar a don Pepe Carrascosa y recuperar un relicario que le había ganado en una pujanza y deseaba regalárselo a su hija Amparo. Relumbrón le encarga el trabajo a Cirilo y le pide a Juan que proteja a su amigo Carrascosa. Juan defendió a don Pepe y recuperó el relicario. Cirilo huyo. El relicario recuperado es reconocido por Juan: Es aquel que dice su nombre; su nombre completo y de quien es hijo.
Capítulo LI: Las libranzas de Relumbrón
Las cosas se complican para Relumbrón pues se enfrentó con Pedro Cataño. Juan decidió salirse de la banda y le preguntó a Pedro si conoce a Juan Robreño. El padre finge y desconoce de momento a su hijo.
Capítulo LII: San Vicente y Chiconcuac
Evaristo continuó con sus robos.
Capítulo LIII: Sentencias de muerte decretadas por Evaristo
El marqués de Valle Alegre comenzó a asistir a las tertulias en casa de Relumbrón y fue bien vista la amistad de la pareja. Fue nada menos que Don Pedro Martín el encargado de pedir la mano de Amparo. Relumbrón tiene remordimientos de conciencia y creyó tiempo de retirarse de las apuestas y del robo. De todos confiaba menos de Evaristo único testigo del robo a casa del conde del Sauz. Evaristo por su parte, seguía pensando que Cecilia tarde que temprano lo denunciaría y decide matar a Lamparilla, a Cecilia y a Olañeta.
Capítulo LIV: Celos indiscretos
Capítulo que narra un episodio amoroso del platero don Santos Aguirre. Lo importante es que Cecilia denunció a Evaristo y su disposición de declarar ante el juzgado.
Capítulo LV: Sepultura de plata
La ausencia, cada vez más notoria de don Carloto, levantó los ánimos de nuevo. Una mujer afirmó haber visto al jefe de rurales llevarse a tan distinguido señor. El marqués visitó a don Pedro Martín y le informó mediante una carta de don Remigio, que algo sucede en casa del conde del Sauz pues nadie contestó sus llamados. Al investigar descubrieron el robo y el cuerpo de una criada muerta.
Capítulo LVI: Moctezuma III reconquista su reino
Gracias al apoyo del cabo Franco y del presidente, Moctezuma III recuperó sus tierras. Los maleantes fueron también poco a poco atrapados.
Capítulo LVII: La red
Una cartera de Relumbrón es encontrada en el lugar del crimen. Don Pedro Martín pide audiencia al presidente y acusa al coronel del robo a la casa del conde del Sauz. El presidente manda llamar a Relumbrón y éste sin sospechar nada acude a la cita y es atrapado. Se le informó a la familia de Relumbrón que el presidente lo había mandado a una misión especial para evitar sospechas y así atrapara a todos sus cómplices. Don Pedro orquestó toda la operación y mandó capturar al capitán de rurales. Todos cayeron uno a uno.
Capítulo LVIII: Don Pedro, mártir de su deber
La casa de fábrica de monedas falsa es desmantelada y una vez atrapados todos se anunció la captura del coronel Santos Aguirre por organizador de una banda de ladrones que extendió su poder por medio país. Las condenas a muerte se sucedieron una tras otra.
Capítulo LIX: Una incursión de salvajes
La hacienda del conde es invadida por una horda de indios salvajes y el conde mismo se prestó a defender su propiedad. Durante el combate es herido. Juan Robreño e hijo llegaron a tiempo a rescatarlo. Juan regresó con su pareja la lucecilla y de inmediato dio consuelo a Mariana que de pronto, tuvo a su hijo y esposo frente a ella.
Capítulo LX: Magnetismo
La condesa alivió su dolor y la alegría de la lucecilla contagió a todos. El doctor no pudo salvar al conde quien muere pidiendo perdón a todos. Mariana se conmueve por la muerte de su padre.
Capítulo LXI: Reos de muerte
El fusilamiento de los bandidos de Río Frío causa sensación en todo el país.
Capítulo LXII: Ironías de la vida
Todo regresó a la normalidad: Moctezuma III y Pascuala recuperaron sus terrenos, Cecilia se casó con Lamparilla. Sólo don Pedro calló su amor por Casilda quien había enfermado y murió tiempo después. El marqués anunció su boda con Amparo y decidieron, para evitar la humillación de haber tenido un padre y esposo ladrón, cambiarse de ciudad y de nombre.
Capítulo LXIII: Cosas de otro tiempo
Últimas reflexiones del autor en el cual reconoce haber tomado muchas historias reales para escribir su novela.
Personajes
Don Diego Melchor, Conde del Sauz. Perteneciente a la vieja aristocracia, el conde del Sauz se casó en un matrimonio por conveniencia para ensanchar sus títulos de nobleza. Un heredero se espera para continuar la casta de los Sauz. Sin embargo su esposa da a luz a una hija que empaña para siempre la posibilidad de otro ascenso. El conde considera a las mujeres de su propiedad por lo que las amenaza y somete a sus caprichos.
Mariana. Hija del conde del Sauz, La condesita es querida por todos por su ternura y sobretodo por el encierro permanente a la que la somete el conde. Enamorada de Juan Robreño, un capitán del ejército, mantienen su amor escondido y un bebé que tiene que alejarse de la madre para evitar la ira del conde. Sin embargo su padre le tiene otra sorpresa al comprometerla con el marqués de Valle Alegre. Juan Robreño por su parte, es considerado traidor por no haber llegado al campamento y se convierte en prófugo pues de ser encontrado sería fusilado.
Evaristo. De oficio tornero, Evaristo, sin llegar a ser víctima de las circunstancias, cambia su condición de hombre de bien a asesino y líder de una peligrosa banda de ladrones. Evaristo golpea a su amante Casilda pues ha puesto sus ojos en una criada del conde del Sauz conocida como Tules. Una vez casado con ella recibe a un muchacho como asistente que, por azares del destino, no es otro más que el hijo de Mariana y el capitán Robreño. De carácter volátil e inestable, Evaristo mata a tules y huye a Río Frío a formar una banda de ladrones.
Juan Robreño (hijo). El hijo desconocido de La condesita pasa por muchas desventuras, de vivir en un basurero pasa una temporada con Evaristo, después como ayudante de una hermosa frutera de nombre Cecilia, más adelante es internado en el hospicio de pobres, después se une al ejército y luego de una temporada de ladrón conoce por fin sus orígenes.
Cecilia. La frutera más exitosa de Chalco es objeto de deseo de dos personas: El licenciado Lamparilla y un tal Pedro Sánchez que no es otro más que Evaristo. Sin embargo, al haber tenido una posición económica holgada no había cedido a ninguna propuesta por miedo a ser querida sólo por sus bienes. Lamparilla la desea pero a su vez lo detiene el que dirán de la sociedad aún así la atracción resulta demasiado fuerte para el ambicioso, aunque simpático Lamparilla.
Crisanto Lamparilla y Crisanto Bedolla. Amigos desde sus estudios de abogados. Los Crisantos tienen diferentes objetivos pero se alían pues el segundo ascendió, mediante trampas y mentiras, al primer juzgado de la nación. Bedolla, en su notable y rápido asenso, decide detener a varios inocentes y acusarlos del crimen de Tules para aumentar su reputación. Los condena a muerte y es aplaudido por la opinión pública pues consideran que el juez de mano dura acabará con los bandidos. En lo que respecta a Lamparilla lleva varios litigios a cuestas y desea casarse con Cecilia.
Don Pedro Martín de Olañeta. Juez supremo de la nación que es relevado por Bedolla. Don Pedro es sin embargo, bien querido por su fama de juez incorruptible y recto. Vive con sus dos hermanas solteronas y recibe a Casilda y a Juan como sirvientes. Al escuchar una plática entre ellos, y por su aguda intuición, descubre que el asesino de Tules es el mismo que organizó una banda de ladrones y que incluso fue nombrado jefe de hacendados, es decir Evaristo. Don Pedro guarda sentimientos genuinos de amor hacía su cocinera pero no accede a ella en su carácter de funcionario. Don Pedro sabe que las personas encarceladas y que esperan la muerte son inocentes. Pero nada puede hacer en su calidad de testigo, acusador y juez. Pero su nobleza tampoco le permitirá quedarse con los brazos cruzados
Relumbrón. Coronel e íntimo amigo del presidente, Relumbrón es un excelente padre de familia, casado con una mujer si bien fría que lo ama. Tiene una excelente posición económica, conoce a las personalidades más distinguidas de México pero tiene una terrible debilidad: su gusto por la apuesta. El dinero mal habido, invita a Relumbrón a asociarse con Evaristo y algunos ladrones más y en poco tiempo coordina una banda que opera en medio país.