Uno
En el café de doña Rosa acude cierto tipo de clientela dependiendo de la hora del día. Resulta curioso: los que llegan a desayunar no conviven con los que llegan después a almorzar y estos a su vez no comulgan con lo que llegan a comer. Algunos clientes sin embargo llegan a todas horas y prácticamente, forman parte del lugar. Doña Rosa tiene por costumbre regañar a sus empleados importándole poco quien se encuentre ahí.
Leonardo Meléndez debe seis mil duros a Segundo Segura y a menudo se queda sin fumar pues ni siquiera cuenta con papel para liarse el tabaco.
Uno de los asiduos al café de doña Rosa es don Jaime Arce; hombre de bien que fue engañado y quedo sin más sin dinero que lo respalde, además don Jaime Arce es una persona con mala suerte. Él, encantado en laborar en algo pero nadie le ofrece trabajo. Don Jaime Arce observa su rostro reflejado y se pregunta ¿quien habrá inventado los espejos?
Algunas clientas llegan a ser tan asiduas que se convierte en amigas personales de la dueña. Tal es el caso de la viuda doña Isabel y la señorita Elvira quien en realidad era una mujer bastante madura y que prácticamente formaba parte del café.
Algunos tienen más suerte que otros, sería el caso de Don José Rodríguez, escribiente de un juzgado, quien acaba de ganar un premio además de que recibió por herencia la enorme fortuna de su mujer quien falleció poco después de la boda. En algún momento dado, don José tuvo un encuentro con doña Rosa por causa de un violinista.
Un poeta solitario duda en ponerle Destino o El Destino a su poema.
Don Trinidad García ofrece trocitos de pollo a su nieto. El pasado de aquel anciano de barba blanca fue turbulento y además se frustró su carrera política.
Elvirita y doña Rosa platican sobre hipotéticos galanes.
Unos niños juegan al tren sin fe, sin esperanza, incluso sin vitalidad como cumpliendo un penoso deber.
Padilla, un cerillero del restaurante, es llamado por un cliente y le pregunta por la actitud de aquella señora (doña Rosa) quien regaña públicamente a uno de sus trabajadores. Mauricio Segovia luego de escuchar por parte de Padilla una pobre justificación, le pide que le diga a la señora que la espera en la mesa. Padilla acude nerviosos con doña Rosa y le externa la petición del cliente. Doña Rosa acude a verlo.
Segundo, nombre del afanador del café, pregunta por Suárez –quien no es un habitual- para pasarle una llamada. Suárez hace su llamada, se queda de ver con alguien y se va. Unos lo miran por qué hay personas que llaman más la atención que otras.
Alguien en el café no quiere pagar. Doña Rosa echa pestes y exige que lo corran. Hecho que en efecto, sucede.
Don Jaime Arce, cansado de no hacer nada, se pone a platicar con la señora silenciosa del hijo muerto aquella que ve la vida desde la perspectiva de una escalera de caracol.
En otra esquina, don José Rodríguez platica sobre lo que se puede comprar con ocho duros en una situación normal y la necesidad que tienen familias miserables para extenderlos hasta su límite.
Otras pláticas y situaciones se desarrollan en el café de doña Rosa, otros personajes aparecen y se relacionan con algunos de los antes mencionados.
Alfonsito, el periodiquero, entra a repartir las noticias. Doña Rosa expresa su velada admiración por Hitler. La música se deja escuchar en el café. Un hombre de nombre Seoane que prefiere no pensar toca el violín con desgano.
Dos
Martín Marco es corrido del café, trata de ser amable con el mesero pero es inútil, afuera hace frío, mira la ciudad como un niño enfermo, en el camino se encuentra con una antigua conocida.
Don Roberto González, esposo de Filo, que a su vez es hermana de Martín Marco, habla con su patrón: el señor Ramón, y le pide unos duros más para el cumpleaños de su esposa. El señor Ramón lo concede y sugiere que compre unas porquerías a los niños. Con respecto al señor Ramón, dueño de la panadería, el narrador anota que su historia es una biografía de cinco líneas.
Una vez en casa observa por la ventana a un niño callejero que se gana la vida cantando notas de flamenco.
Martín Marco observa escaparates y piensa en su hermana Filo.
Celestino Ortiz, dueño del bar Aurora, hace lo mismo que viene haciendo desde niño: hablar solo, pero esta vez rodeado de cascos vacíos.
Pablo, joven y deportivo, se encuentra feliz pues tiene poco con una nueva amante: Laurita. El muchacho impresiona a la joven al contarle que actualmente ayuda a un amigo dándole alojo en su casa. La chica de 19 años se emociona.
El niño cantador es humillado.
Martín Marco detesta a su cuñado y a su vez, el señor González detesta a Martín, sólo la pobre Filo se encuentra entre la espada y la pared tratando inútilmente, de reconciliar a su familia.
Pablo sonríe pues su actual posición le permite tener mujeres gracias a su abultada cartera. Laurita se prueba un abrigo que espera le de gusto a su amante.
Martín y Filo platican con calma pues Roberto está en la panadería y tardara más. Martín no se acordaba del cumpleaños de Filo, ella le pide que le componga unos versos como antes solía hacerlo.
Doña Visitación, (Visi) piensa que a los obreros no se les debe matar de hambre sino poco a poco.
Laurita y Pablo cenan en un restaurante, son objeto de curiosidad por el resto de los clientes que no los dejan de mirar.
La señorita Elvira se entrega a su soledad y reflexiones, la edad le enseña que tuvo un tiempo para cada cosa y no lo aprovechó. A futuro, su sueño dorado se reduce a una cama en el hospital, al lado del radiador. Antes de dormirse, recitara como acostumbra, más de doscientos credos seguidos.
En el bar de Celestino unos guardias entran y Celestino oculta su libro de cabecera Aurora de Nietzsche. A Celestino le emociona recitar fragmentos del citado libro delante de los guardias que ignoran, desde luego, de lo que habla. Los guardias por su parte ríen con fuerza luego de cada aforismo recitado por Celestino.
Poco después, Celestino y Martín Marco –quien llegó al irse los guardias- riñen: el segundo le reprocha al primero ser un burgués y que sus citas culteranas no le sirven de nada, luego se enorgullece de no tener un duro y sale enojado de ahí. Celestino se extraña de la actitud de uno de sus clientes.
En el camino, Martín se tropieza con Paco y le cuenta que ha sido corrido del café y peleó en el bar. Paco le recomienda reposo entonces Martín se dirige a la casa de su amigo Pablo Alonso quien es quien le ofrece asilo.
Don Leoncio Maestre es feliz encendiendo un cigarrillo y entonando alguna canción. Sus pensamientos tienen destino: la señorita Elvira.
El señor Suárez llega con prisa a casa de su madre sin embargo ella no contesta. El señor Suárez entra en pánico: ¡Mami, mami! Sale de su casa, toma un taxi y pide que lo deje en una dirección, ahí se encuentra con El señor Jiménez Figueras alias el Astilla. Así pues, el Astilla y el señor Suárez alias la Fotógrafa se dejan de inhibiciones y comienzan a chulearse el uno al otro.
Mauricio Segovia, harto de ver la manera como doña Rosa maltrata a sus meseros se va preguntándose quién será más miserable: ella por su carácter o ellos por dejarse.
Don Leoncio Maestre toma una decisión: ir al café de doña Rosa y encontrarse con Elvirita. Sin embargo al pasar con la vecina hizo un espantoso descubrimiento. Su destino cambia y visita al vecino de al lado don Ibrahim de Estolaza –quien practicaba un discurso frente al espejo- para darle la noticia de que la señora Margot –vecina de ambos- estaba muerta. La mamá del maricón pregunta Ibrahim para estar seguro. Si responde don Leoncio.
Mauricio Segovia cena y se va de parranda con su hermano –quien llegó de Madrid- Hermenegildo.
La Fotógrafa y el Astilla también se van de paseo. En el camino, Pepe le compró al señor Suárez una camelia roja.
El médico comprueba la muerte de doña Margot, don Leoncio no se recupera de la impresión y don Ibrahim pronto se encargó de organizar a los vecinos.
Los hermanos Segovia se cruzan en su parranda con la Fotógrafa y el Astilla.
Luego de las investigaciones el cadáver de la señora Margot fue sacado de su casa. El niño cantador se calla respetuoso.
Tres
Doña Matilde y doña Asunción, ambas pensionistas y asiduas del café, se reúnen a menudo a platicar. La hija de la segunda escribe para anunciar su boda. La otra, que gusta de propiciar encuentros amorosos también tiene una noticia que prefiere callar al llegar su turno.
Laurita le hace una escena de celos a Pablo éste por su parte, piensa que su novia es mona y atractiva pero muy poco variada.
Padilla, el cerillero del café de doña Rosa le ofrece un duro a Alfonsito para darle un recado a una novia que tiene.
Consorcio López, el gerente del café, recibe una inesperada llamada de Marujita, una ex novia que tuvo que sin más: anuncia estar en Madrid, sus gemelitos están bien, su esposo vino al medico y lo espera en un hotel por la noche. Consorcio es tomado por sorpresa y al colgar tira varías botellas de licor al piso.
Celestino Ortiz recibe una visita en su bar. Se trata de Petrita, la Criada de Filo quien prácticamente se le ofrece por 22 pesetas. Celestino la monta y le pregunta por su novio. Petrita dice que lo quiere y que esto lo hace por que le da la gana. Luego afirma no permitir que su novio la posea.
Dos hombres fuman. Uno es Martín Marco y el otro Ventura Aguado. Ambos son amigos de hace muchos años por lo que Martín le pide dinero hoy no he comido y luego con eso mismo paga dos cafés más. Ventura le habla de su novia y luego, ambos caen en la cuenta de nada tienen que hacer ni allí, ni en otro lugar.
La Fotógrafa y el Astilla se encuentran con las manos en la pared en espera de ser encarcelados. Ayer por la noche fueron detenidos y hasta ahora no se les dicen los cargos pues estos no existen, son llevados a las oficinas de la policía, La Fotógrafa pide se le informe a su madre pues es anciana y no sabe nada.
Seoane se despide de Sonsoles, su esposa sin mucho éxito; ella guarda un fuerte rencor pues nada resulto como le habían dicho o para explicarlo de otra manera, nadie le dijo como era en realidad la vida. Antes, cuando vivía en provincia, comía hasta hartarse, ahora, aquí en Madrid se acuesta a menudo sin cenar.
Macario se despide de su novia Matilde y la tía de ésta, doña Fructuosa, quien piensa que su sobrina ha encontrado buen pretendiente sobre todo si tomamos en cuenta que ya tiene 39 años.
Tres jovencitas bien parecidas son las sobrinas de doña Visi y don Roque: Julita de 22, Visitación de 20 y Esperanza quien a sus 19 años cuenta ya con un novio en forma. Julita anda con Ventura Aguado. Visitación por su parte riñó con su novio y ahora sale con un estudiante de medicina: Alfredo Angulo, finalmente, el novio de Esperanza, Agustín Rodríguez, quien le lleva 15 años, trabaja en la droguería.
Doña Ramona Bragado, lleva la intención de catequizar a la chica de la imprenta Victorita quien tiene un novio tuberculoso de nombre Paco. Victorita tenía 18 pero se veía mucho más desarrollada. Ella siente impotencia ante la enfermedad de su novio. Si ella tuviera los medios, compraría harta comida y medicina y entonces seguro que se curaba. Alguna vez le insinuó sus intenciones, éste aceptó para su sorpresa aunque tal vez ninguno estaba hablando en serio.
Doña Rosa se enoja de sobremanera por todas las botellas de licor que López tiró en su descuido y lo regaña y humilla delante de todos, hasta la súbita e inesperada entrada de nada menos que de doña Maria Ranero de Gutiérrez: doña Marujita, quien al tomar asiento, pide por la dueña del lugar. Doña Marujita no se sorprende de ver que la señora que estaba gritando lo era y que finge su sorpresa mientras camina hacía ella. Doña Marujita fue concisa, ella y su esposo vienen a Madrid con la intención de establecerse y poner un café. Doña Rosa no se intimida y argumenta que su negocio no se vende. Marujita no acepta la respuesta y le pide pensarlo. La noticia de que el café quería ser comprado se esparce por el mismo. López tira otra botella. Doña Rosa le dirige una fiera mirada. Marujita una más discreta.
Viendo solitario aparadores, Martín Marco se topa con una antigua compañera de escuela: Nati Robles, quien literalmente lo sonsacó de su ensimismamiento y lo llevó al café.
Es en casa de doña Celia, donde se quedan de ver Ventura y Julita.
Marujita Ranero tampoco se dejó impresionar por doña Rosa y dijo que tarde que temprano compraría el café y que pronto, al morir su anciano marido, heredaría una enorme fortuna.
Doña Montserrat se despide de doña Visitación quien piensa que luego de tanto tiempo de conocerse no valdría mal tutearse, sin embargo Rebeláis un loro mal hablado interrumpe sus meditaciones.
Alfredo Angulo le presume a su tía Lolita Echeverría lo excelente que es su prometida Visi –hija de doña Visitación- pero la tía está más distraída que de costumbre. Alfredo habla a solas con su tío sobre la salud de la tía, sin embargo éste, no muestra mucha preocupación al respecto.
Agustín le escribe a su madre pidiéndole que venga y haga el sacrificio para conocer a su novia Esperanza.
Nati y Martín continúan platicando: los recuerdos emergen y los sentimientos, algunas vez veraces, también.
Cuatro
Victorita riñe con su madre durante la cena de un tema desagradable: la enfermedad de Paco. La madre presiona donde puede; la hija se defiende en clara desventaja. El padre interviene aparentemente a favor de Victorita pero más bien lo resuelve de una manera práctica al referirse al novio: ¡para lo que va a durar!
Don Roberto llega a casa y es bien recibido por Filo. La bestia de González –como le solía decir Martín Marco-, se deja querer por su esposa y le pregunta qué desea en su cumpleaños. Filo se alegra de que su esposo se acordara de la fecha y pide cordura por la situación económica. Don Roberto le dice que solicitó dinero en la panadería y algo le dieron, también para los niños. Al final le dice que pensaba tomarse un trago a escondidas pero se lo dice pues no sabe guardar un secreto.
Victorita lleva rato llorando su desgracia: La situación en casa es insostenible y ella sin medios para largarse a otro lado, la enfermedad de Paco complica todo. Ella siente haber oído que eso se cura con comida y hartas inyecciones, pero de dónde podría ella obtener dinero; mucho dinero para curar a Paco y que ambos se vayan lejos de aquí. Sin embargo cuenta con una amiga: La pirula quien se había casado con alguien de mucho dinero.
Martín Marco tiene otro encuentro casual pero esta vez no muy agradable. La Uruguaya, una golfa tirada, sin gracia, sin educación, sin deseos de agradar, presenta a su acompañante con Martín y cenan juntos. Platican sobre la Marujita.
Celestino observa su pequeño bar vacío excepto por un guardia que no deja de mirar su copa. La hora no le preocupa a Celestino pues duerme ahí mismo, para evitar ser robado.
Victorita ama mucho a su novio pero le gustan todos los hombres por eso me acuesto nada más contigo. Ella en el fondo no quiere golfear. Entonces recuerda los galanteos de aquel amable señor que la interceptó por la calle y como luego, después de coqueteos e insinuaciones, él amable caballero la esperó afuera de la imprenta con notable discreción. La enfermedad de Paco empeoraba de la misma forma que la neurosis de su madre. El cortes hombre la acompañó por las calles y se enteró de propia voz de Victorita, de su terrible situación. El caballero pronto ofreció su ayuda a cambio de una pequeña petición. Victorita ha llegado hasta donde ha querido, permite que él la tome de la mano. El hombre le pide verla desnuda. Victorita aprieta la mano y toma un billete. Se despide con premura.
La señorita Elvira tiene extrañas pesadillas donde multitud de enanos se masturban enloquecidos, con los ojos en blanco.
Victorita recuerda que antes de que Paco se enfermara, algún usurero les ofreció un préstamo de treinta mil pesetas, una deuda para toda la vida que les permitiría irse para siempre de Madrid. El problema es que aquel ofreció su oferta, acariciando los senos de Victorita. Ella se encontraba interesada, faltaba Paco para ver que opinaba.
Petrita tiene un novio guardia. Por poco no la dejan salir pues Filo y don Roberto piensan que no se regresa sino hasta altas horas de la madrugada como en efecto sucede. Ella llega y se ve con él.
Don Roberto se fuma un último pitillo –cigarro- mientras Filo se quita los dientes.
Laurita y Pablo han tomado sus bebidas. Él la seduce y ella se deja seducir.
Martín Marco es detenido por la policía, luego de ser interrogado es puesto en libertad. Martín se interna por las calles de Madrid asustado; comienza a hablar solo y a recrear su arresto, una y otra vez. Y hay momentos en los que no sabe si está vivo o muerto.
Martín llega a buscar a la Marujita a un lupanar de todos conocido. Es recibido por doña Jesusa quien lo invita a pasar al verlo tiritar de frío. La Uruguaya tampoco se encuentra. Llegó con un señor y no ha salido de ahí. Doña Jesusa tiene en buen recuerdo a la madre de Martín por lo que no duda en pedirle a una de sus pupilas que pernocte con él. Martín acepta conmovido y todo pudiera indicar que solo quiso dormir al lado de alguien y nada más.
Cinco
Julita llega regularmente a la misma hora a casa. Está vez no es muy especifica del lugar de dónde viene cuando su madre –doña Visi- se lo pregunta. Julita le dice más bien que tuvo un rápido encuentro con su padre en un edificio donde ella venía de tomarse una foto y él iba a visitar a un amigo enfermo. Doña Visi –quien es hermana de doña Rosa- se entristece pues nada de esto le platica don Roque. Julita piensa a menudo que su madre es tonta.
Victorita toma rumbo hacía la lechería de doña Ramona Bragado. La alcahueta –ex amante de un funcionario que la heredó- consigue, pues todo mundo lo sabe, citas entre hombres y sus pupilas. Tranquila primero, y luego alterada, Victorita le dice a la señora que diga de una vez dónde esta el tío que quiere acostarse con ella, que sólo le importa sacar a su novio de su enfermedad y que solamente es a él a quien ama. Doña Ramona se hace un poco la desentendida y Victorita corre de ahí. Adelante es alcanzada por Miguel quien le ofrece un café para tranquilizarla. Victorita insiste: Lléveme usted a la cama.
Julita le confiesa a su madre que estuvo con un hombre que fuma puro y que por eso huele a tabaco. Doña Visi la escucha y le da la bendición.
Al día siguiente, Julita le platica a Ventura, su novio, el encuentro que tuvo con su padre y de lo que tuvo que decir para despistarlo. Ventura Aguado, quien guarda conflicto con don Roque, el padre de su novia, se queda pensando en como sacar provecho de una foto previamente recibida por Julita.
En el café La Delicia, doña Rosa y Elvirita discrepan sobre las ventajas y desventajas de cenar ligero o pesado, lo curioso es que las dos están en desacuerdo pero asienten las afirmaciones de la otra en cuestión.
Un hombre se suicida pues todo a su alrededor le huele a cebolla. Nada pudo hacer su paciente mujer para impedirlo.
Antes de llegar al café, el violinista Seoane pasa por una óptica pues la ceguera de su mujer está cada vez peor. Sin embargo, su dinero no le alcanza ni siquiera para los armazones viejos.
Martín se despide de Nati Y toma rumbo hacía el café de dónde lo echaron. Ahora cuenta con ocho duros y piensa comprar pitillos y darle una lección a la dueña.
En el café la Delicia, la dueña está como siempre dando gritos y manotazos a diestra y siniestra. Martín hace lo planeado y sale del café con parsimonia y gritando que aquí se sirve bazofia y que se lo beba la dueña.
Don Roque tiene una querida de nombre Lola misma que ve en la pensión de doña Celia. Doña Celia atiende a Ventura Aguado y luego le avisa a Lola, quien espera a don Roque, que una habitación más grande se ha desocupado. Lola se desnuda para esperar a don Roque. Doña Celia la espía por la cerradura. La novia de Ventura se despide y baja las escaleras con la cara baja. Ahí se topa con su padre. Ella dice venir de la fotografía. Él dice que ira a ver a un enfermo. Ambos aceptan tan feliz coincidencia y se despiden.
Seoane toca el violín en el café. Avisa que va al baño y para su sorpresa se encuentra con cinco duros. Al día siguiente regresa a la óptica y compra unos lentes para su esposa.
A doña Montserrat le han robado su bolso en la iglesia.
Doña Visi ofrece una cena. Antes platica con Julita quien le confiesa no dejar de pensar en aquel hombre. Doña Visi pregunta de quién se trata y Julita le responde que es un estudiante de notaria de nombre Ventura Aguado. Doña Visi se alegra de sobremanera y piensa que el primer nieto se llamará como el abuelo y etc.
Martín, alegre por su hazaña, piensa en comprarle algo a Nati. Entra a una tienda de artículos usados y conserva y fuma con el que atiende quien también es su amigo. Luego de escoger un grabado como presente Martín se da cuenta de que ha perdido los cinco duros.
La cena de doña Visi es un éxito y la alegría de la madre e hija contagia a don Roque y a las hermanas de Julita. Don Roque piensa en su encuentro con Julita. Prefiere no verla de frente, y olvidar el hecho.
Seis
Dorita, es una de las pupilas del prostíbulo de doña Jesusa. Al parecer conoció de joven a un seminarista que quiso dejar de verla al anunciar ella su embarazo. Sus padres la corrieron de casa. Junto algo de dinero y emigró a la capital. Ahí se caso pero su matrimonio no prosperó al perder a sus tres hijos desde el nacimiento. Anduvo por las calles hasta que conoció a doña Jesusa. Dorita le trabaja también el planchado de ropa y es amiga de Martín Marco.
Martín Marco amanece en brazos de una prostituya amiga suya conocida como Pura. Martín es feliz en años y le recita a Pura unos versos en la cama.
Victorita es despertada abruptamente por su madre. Ella se levanta con unas ganas inmensas de llorar.
El niño que canta flamenco, quien vive con una familia de gitanos, reciben el amanecer bajo un puente de camino al cementerio. Se Despierta con dolores corporales.
Doña Margot –la vecina muerta, madre de La Fotógrafa- tenía los ojos abiertos a pesar de que jamás despertaría de nuevo.
La señorita Elvira se despierta muy temprano pero prefiere quedarse en cama leyendo Los misterios de París.
Final
Doña Rosa se encuentra con su hermana doña Visi y pregunta por Julita. Doña Visi contesta entristecida que le hace falta un novio, como pueden cambiar tanto las cosas en tan pocos días.
Martín venía pensando en un verso para el aniversario luctuoso de su madre.
Un perro recién atropellado brinda, para algunos, un espectáculo que ver. Doña Jesusa se encuentra con Purita y le pregunta si sabe lo de Martín. Purita niega y doña Jesusa le muestra un periódico. Lo mismo pasa en el bar de Celestino cuando llega Paco preguntando por Martín.
Ventura habla por teléfono con Julita. Se quedan de ver para algo muy importante. Afuera del metro, Ventura le enseña un periódico a Julita y manifiesta su preocupación. Julita le sugiere que visite a la hermana de Martín pues ella puede saber algo.
Don Roberto González habla con su patrón don Ramón y le explica que por motivos familiares no podrá ir al trabajo. El jefe comprende pero duda en aceptar el otro favor que le pide su empleado. Finalmente acepta esconderlo unos días y nada más.
La radio anuncia la conferencia de los tres líderes aliados que vencieron a los nazis.
Martín visita a sui madre en el cementerio. Trata de rezar pero duda de sus palabras. Improvisa y reza a su madre. Al tratar de recordar sus versos los olvida.
Filo llora desconsolada. Asegura que su hermano nada ha hecho y que su marido se encuentra con un amigo.
Martín sale del cementerio, se siente verdaderamente bien y consigue un periódico, piensa en cambiar de vida y conseguir trabajo. Lee sobre la guerra pero no los edictos ni el racionamiento de los pueblos del cinturón.
Personajes
Martín Marco: Su deambular por las calles sin sentido, como un fugitivo quien de hecho tiene problemas con la autoridad, es la manera como Cela encarna el miedo de toda una sociedad estancada. Martín Marco es un aspirante a literato que en el capítulo final despierta la conciencia de otros personajes que dudan si ayudarlo o dejarlo a su suerte.
Doña Rosa: dueña del café La Delicia donde se dan cita varios de los personajes. También renta cuartos en su enorme casa, se rumora que tiene un enorme tesoro escondido y que influye en las acciones del banco. Cada año engorda un poco más; y acostumbra regañar a sus empleados constantemente. Para ella, el mundo se reduce a su café. De la misma forma, otros lugares de reunión seria el prostíbulo de Doña Jesusa y el bar de Celestino.
Pablo y Laurita, Julita y Ventura Aguado, Victorita y Pablo son algunas de las parejas de la novela. La primera relación se caracteriza por el interés económico, la segunda por el sexo y la rebeldía y la tercera por la fatalidad del destino.
Don Roberto González: su esposa Filo y su hija Julita, ofrecen a su vez una imagen de la familia no del todo alentadora. Cada uno de los miembros se ama pero todos tiene algo que ocultar no del todo agradable para los mismos.